Lunes 9 de Noviembre de 2020
Ps. Constanze Ihl Herbach
Un hábito comprende todo comportamiento que nos lleva a actuar de manera rápida, fácil y automática, al implicar menor reflexión que cuando estamos recién practicando una conducta o iniciando un nuevo aprendizaje. Una conducta se integra al aprenderla como forma habitual de reaccionar, luego de un tiempo de repetirla.
Los hábitos de estudio son rutinas que nos permiten preparar el ambiente de trabajo, hacerlo más ameno y llevar a cabo acciones que facilitan el objetivo central de aprender. Uno de sus componentes fundamentales son los hábitos saludables, para cuidar la salud física y mental. Estos hábitos comprenden una adecuada higiene del sueño (vital para la integración de los nuevos aprendizajes en la memoria a largo plazo), mantener horarios regulares, así como también integrar la actividad física y una alimentación equilibrada en nutrientes. En este ámbito se recomienda una hidratación apropiada (al menos 1 litro de agua al día), que ayude a regular la ansiedad y mejorar la capacidad de razonamiento. En el caso del estudio en casa, se recomienda mantener rutinas diarias (levantarse temprano, ducharse, vestirse y desayunar), que ayudan a ordenar e iniciar el día a día y separar el tiempo de descanso, de aquel destinado a trabajar o estudiar.
En cuanto a las condiciones contextuales que se recomiendan para que el estudio sea una instancia agradable, se recomienda:
Otro aspecto central para el estudio efectivo, es comprender cómo funciona el ciclo de la concentración: el ser humano logra mantener el foco de atención durante un período máximo de 40 a 60 minutos seguidos. Luego de ello, es necesario realizar una pausa de 10 a 15 minutos para despejar la mente de estímulos distractores. Durante este tiempo, es recomendable hacer un ejercicio de relajación o bien estiramientos que permitan oxigenar al cuerpo. Posterior a ello, se requiere de un total de 20 minutos aproximadamente para recuperar la concentración profunda. Por ello, es que se recomienda darse un tiempo de despeje inmediatamente después de comer y antes de comenzar a estudiar nuevamente. Es relevante tener presente estos tiempos, para ser comprensivos(as) con nuestro funcionamiento mental y evitar frustrarnos por no lograr concentrarnos por un período más extenso.
Cuando comiences a estudiar, ordena las materias en orden de prioridad, comenzando por lo que necesitas aprender para las evaluaciones más próximas. Para tu proceso cognitivo es beneficioso repasar periódicamente y con tiempo lo aprendido, de modo de lograr integrar la información y comprenderla a cabalidad. La conexión entre diversas materias aprendidas, tomar apuntes útiles en clase, leer comprensivamente y subrayar la información más importante, son estrategias que dependiendo de tu estilo de aprendizaje pueden ser de mucha ayuda.
Cada persona tiene un estilo de aprendizaje diferente. Hay quienes tienen facilidad para retener la información de manera auditiva, estudiando o repasando los contenidos en voz alta, explicando lo aprendido a otra persona, realizando preguntas de la materia a tus pares, para verificar cómo se ha integrado la materia, o bien, escuchando el video de la clase para reforzar lo aprendido. Otras personas aprenden más fácilmente con estímulos visuales, resaltando los aspectos centrales de un texto y ordenando la información en resúmenes. Y así también, muchas personas cuentan con un estilo de aprendizaje kinestésico, siendo de ayuda para ello, el uso de mapas conceptuales que permitan distinguir lo fundamental de lo accesorio e integrar la materia a través de ejercicios prácticos, ejemplos y experimentación.
La principal ventaja de poner en práctica estos u otros hábitos que te acomoden, consisten en lograr resolver la mayor cantidad de compromisos y pendientes, maximizando el estudio en el tiempo disponible, haciendo posible con ello disfrutar los tiempos de descanso cada día, esenciales para el autocuidado.