Columna de opinión de Norma E. Silva Sá, Psicóloga, estudiante del Magíster Estudios de Género e Intervención Psicosocial UCEN. Tesista del Observatorio de Salud en Masculinidades .
Los cambios en las rutinas de trabajo traído por la pandemia - en especial el teletrabajo- ha afectado la vida de millares de familias. Las consecuencias no pasarán desapercibidas por parejas santiaguinas que vivencian la paternidad y maternidad por primera vez, al mismo tiempo que conviven con la pandemia y asumen esta nueva forma de laburar vía remota.
Entrevistando a parejas, ambas con teletrabajo, encontramos que el trabajo remunerado de los hombres está por arriba de los cuidados en la crianza y es percibido como superior al de las mujeres. Las madres continúan asumiendo la mayor parte de los cuidados y se dedican al trabajo remunerado por la noche o en intervalos del descanso diurno de la “guagua”, en tanto que los padres mantienen un horario fijo para su teletrabajo. Algunas parejas evidencian que los ingresos de los hombres son más altos que el de las mujeres, aunque ambos sean profesionales y de nivel socioeconómico medio alto, pero en ningún caso hacen referencia al trabajo no remunerado de que ellas hacen cargo cotidianamente.
Las mujeres participantes del estudio comentan las condiciones estresantes de unir teletrabajo y bebés en casa, mientras que para los hombres el teletrabajo se presenta como una oportunidad de estar cerca de la o el bebé y compartir tiempo con la familia. El teletrabajo emerge como una nueva dimensión de las desigualdades de género y deja las venas expuestas de la división sexual del trabajo.
Una investigación realizada por Sarah Crook, en Inglaterra, sobre la experiencia de equilibrar las responsabilidades del cuidado de las hijas e hijos con el trabajo académico durante la primavera y el verano de 2020 explora el difícil equilibrio entre los cuidados y el teletrabajo de académicas y académicos. Los resultados de las entrevistas reflejan que los hombres percibieron, con algún grado de sorpresa, la rutina doméstica y la presencia de niños en medio del trabajo, como relatos de risas, llantos y juguetes en medio de las notas laborales.
Los hombres están cada vez más dispuestos a participar en la educación y el cuidado de sus hijas e hijos apuntan algunos estudios acerca de la paternidad, sin embargo, el camino en la distribución de los cuidados ha sido más lento comparado con la entrada de la mujer en el mercado laboral remunerado, a lo que se suma la evasiva presencia de los hombres en lo doméstico. La sorpresa de los participantes de la investigación inglesa muestra lo lejos que están los hombres de la rutina doméstica y de hacerse cargo de los cuidados.
Hay un largo camino a ser hecho para acercarnos de una distribución equitativa de los cuidados en los hogares, ojalá la experiencia del confinamiento de las familias sirva para el reconocimiento de que los cuidados también son responsabilidades de los papás.