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Viernes 1 de Junio de 2018
La mujer-cosa lo acompañaba a cenar y pasaba horas siendo un receptáculo auditivo de sus sinsabores laborales. No revisaba su celular mientras estaba con él, eso causaba cambios en su actitud amable y cariñosa. La mujer-cosa no era su amiga en redes sociales, él decidió eliminarla para no sufrir con los múltiples comentarios de los amigos de la mujer-cosa en sus felices fotos. Se excusaba diciendo "ojos que no ven, corazón que no siente".
Cuando la mujer-cosa comenzaba a hablar de sus logros e ideas, él se paraba a fumar un cigarrillo lejos de ella, para no molestarla con el humo. La mujer-cosa al final del día dudaba, dudaba del hombre que la hacía feliz momentáneamente, corporalmente, pero dudaba aún más de ella misma.
Dudaba de ser como le gustaba ser.
Dudaba de amar a sus amigos.
Dudaba de sentirse bien.
Tamara Vallejos Muñoz
Académica
Universidad Central sede La Serena