Miércoles 29 de Enero de 2020
Columna de opinión de Felipe Guevara Pezoa, subdirector de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad Central.
Por Felipe Guevara Pezoa, subdirector Investigación, Desarrollo e Innovación, Universidad Central.
No es novedad el señalar que uno de los puntos débiles en el desarrollo de la innovación en nuestro país ha sido el bajo vínculo universidad-empresa. Así lo demuestra, por ejemplo, la baja en el Global Innovation Index (Chile obtuvo el lugar 55 en el ranking 2019 en el apartado vínculo universidad-empresa, mientras el 2016 el país se encontraba en el lugar lugar 38) o la décima encuesta nacional de innovación del ministerio de economía, donde las universidades ocupan el quinto lugar como fuente de información utilizada por las empresas para innovar (antes están los competidores, internet, proveedores y fuentes internas).
Tal como se desprende en el informe de la OCDE sobre la colaboración Universidad-Empresa lanzado en abril de 2019, los países deben desarrollar una serie de instrumentos regulatorios, de financiamiento y de formación de capital humano que permitan promover la transferencia de conocimiento entre la universidad y la industria con el fin de fomentar la innovación.
Estos instrumentos deberían apuntar a mecanismos de transferencia como son la investigación colaborativa, el co-patentamiento entre el sector productivo y las universidades, y el desarrollo de spin-offs o empresas de base tecnológica surgidas a partir de las investigaciones desarrolladas al interior de universidades. En ese sentido, vemos con buenos ojos proyectos como StartUp-Ciencia, anunciado por nuestro Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, el cual contará con $2.917 millones para fortalecer el emprendimiento de base científica tecnológica en nuestro país.
Sin embargo, el financiamiento para la innovación no sería efectivo sin una buena política de soporte, con una visión país de mediano y largo plazo. El día 01 de febrero de 2020 finaliza un proceso colaborativo, a través de mesas autogestionadas, impulsado desde el Ministerio de Ciencia bajo la iniciativa “Pensemos Juntos”, con el fin de elaborar la primera política Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI). Esperamos que los resultados de esta iniciativa “Pensemos Juntos” sea el inicio de un trabajo fructífero, que consolide aún más la institucionalidad de la ciencia, tecnología, conocimiento e innovación en nuestro país.