Jueves 26 de Julio de 2018
Iniciativa “Fortalecimiento del Producto Turístico Salinero es financiada a través del Fondo de Innovación para la Competitividad del Gobierno Regional de O’Higgins y su Consejo Regional, enmarcado en la Estrategia Regional de Innovación y ejecutada por la Universidad Central de Chile, a través del Instituto del Patrimonio Turístico, con el apoyo de Sernatur.
Hace unas décadas, Pichilemu era conocida como una playa atractiva y tranquila, cuya distancia de Santiago la convertían en una buena alternativa para ir de vacaciones, en invierno y verano. Lo que muy pocos sabían, es que en la forma y tamaño de las olas de Punta de Lobos, estaba el potencial para hacer de ella una estación del circuito mundial de surf, como lo es hoy en día.
Algo parecido ocurre ahora con las localidades de Cahuil, Barrancas y Lo Valdivia de la Región de O'Higgins, que tienen en sus extracciones de sal algo parecido a las olas de Pichilemu. Se trata de las únicas zonas de Chile donde se extrae sal de mar, muy diferente a las del norte, donde el recurso se encuentra en el altiplano.
Si bien en esos lugares se ha desarrollado un turismo creciente en torno a las salinas, aún no tiene los estándares técnicos de calidad que le permitan posicionarlo como un destino único en el territorio. Es ese precisamente el objetivo del proyecto "Fortalecimiento del Producto Turístico Salinero", iniciativa financiada a través del Fondo de Innovación para la Competitividad del Gobierno Regional de O'Higgins y su Consejo Regional, enmarcado en la Estrategia Regional de Innovación y ejecutada por la Universidad Central de Chile, a través del Instituto del Patrimonio Turístico (IPT), con el apoyo de Sernatur.
"Buscamos generar productos turísticos salineros y comercializarlos a través de tour operadores regionales y nacionales, y difundirlos también para aquellos turistas que llegan por su cuenta", indica Natalia Toledano, coordinadora del IPT a cargo del proyecto.
Tres son los grandes activos que tiene la zona salinera: una actividad productiva ancestral, como la producción de sal de mar; una geografía de gran valor paisajístico y, asociadas a ellas, formas de vida particulares con un rico bagaje cultural.
"El mérito innovador del proyecto se basa en que el producto turístico salinero es único en el mercado nacional, ya que las salinas de Cáhuil y Lo Valdivia son las únicas salinas de mar de Chile, lo que le da a la zona un atractivo turístico diferenciador. Su puesta en valor colocará en el mercado un producto inexistente actualmente", explica Natalia Toledano y agrega que "ese patrimonio puede ser puesto en valor a través del turismo y con ello, generar una oferta complementaria a la de Pichilemu".
La iniciativa actual es la continuación de la que se realizó en el 2014, donde se establecieron las bases para el desarrollo de la zona. Para ello, se diseñaron productos en base a la actividad salinera y a productos locales distintivos del territorio, se identificó a los prestadores de servicios y se hicieron capacitaciones. Además, se crearon pilotos de los productos, desarrollo de una imagen de marca territorial y difusión de prensa.
Pese a ello, durante la ejecución del programa fueron detectadas ciertas brechas en materias de capital humano, calidad, comercialización, equipamiento e infraestructura, las que, según indican los ejecutores, es necesario aminorar para poder incluir la zona en la oferta turística regional.
Como parte del nuevo proyecto, hace un par de semanas en la comuna de Paredones se creó una mesa público-privada, con representantes del sector público, empresas y tour operadores, con la idea de aunar esfuerzos para desarrollar la actividad turística entorno a la sal. En esa oportunidad el alcalde de Paredones, Sammy Ormazábal, comentó la relevancia del trabajo de "la Universidad Central, trayendo a sus profesionales al territorio y trabajar con nuestra gente, nos permite además de fortalecer la actividad salinera, poner en valor la sal como algo turístico y que se pueda dar a conocer a nivel nacional e internacional".
Por su parte, el Seremi de Minería de la región, Daniel Fernández Toro, señaló que "este proyecto, que se financia con recursos regionales, es importante porque va en la línea de fomentar el emprendimiento local. En este caso, de los salineros de Pichilemu, Paredones y de quienes prestan servicios turísticos asociados a la producción de sal de mar, que es un mineral no metálico".
Reconocida riqueza cultural y patrimonial
La zona salinera está compuesta por las localidades de Cahuil, Barrancas y Lo Valdivia, ubicadas en la franja costera de las comunas de Pichilemu y Paredones. Si bien la extracción de sal ya se realizaba en la era Precolombina, no fue sino hasta el 1700, cuando tomó el carácter de protoindustria.
La producción no está vinculada a empresas industriales, sino a "cuarteles", muchos de los cuales están en manos de campesinos, mientras que la explotación y producción se ha organizado en cooperativas que realizan la cosecha entre enero y marzo, época en que se puede ver en los caminos costeros los montículos blancos en espera de ser recolectados.
Esa forma de trabajo se ha mantenida casi intacta por casi 500 años, constituyendo una forma de vida que se ha transmitido por generaciones. Este carácter hizo que en el 2011, el entonces Consejo de la Cultura, le entregara a los productores de Cáhuil el carácter de Tesoro Humano Vivo, que busca salvaguardar el patrimonio inmaterial cultura de la zona. Dos años más tarde, se les otorgó la Denominación de Origen a la Sal de Cáhuil, lo que significa que sólo la producida en ese lugar puede usar comercialmente dicha denominación.
Pese al rico patrimonio cultural de su actividad, el 89% de los salineros no está vinculado al turismo, ni percibe ingreso alguno por este concepto.
Salineros al mercado
En ese escenario, la iniciativa en curso busca incluir los productos de los salineros en la cadena de comercialización, y generar la infraestructura y el equipamiento necesarios para una oferta acorde con los estándares de un mercado global.
Varias son las acciones a seguir. La primera es transferir a los participantes del proyecto las habilidades necesarias para los diversos emprendimientos. Entre otras, técnicas en hospitalidad, atención de público, operación y comercialización; técnicas de venta, marketing digital y asociatividad comercial.
Otra línea de trabajo es la identificación de los canales comerciales, la implementación de una estrategia de comercialización, que les de visibilidad y los inserte en el mercado. Para ello se realizarán workshops, ruedas de negocios regionales y nacionales, y un plan de marketing.
En cuanto a infraestructura, la idea es generar el equipamiento necesario, en temas como señalética turística y otros.