Viernes 9 de Noviembre de 2018
Con la participación de un grupo de 15 personas, se llevó a cabo una caminata por la Quebrada de Ramón que tuvo como propósito que los asistentes conocieran mejor y apreciaran más el paisaje de esta época del año. Observaron principalmente flores de hierbas anuales como la manzanilla de cerro y el almizcle, además algunas hierbas perennes.
Siguiendo con las actividades para promover la biodiversidad urbana desde la Escuela de Arquitectura del Paisaje, el pasado 28 de octubre de 2018, se efectuó una caminata al Parque Natural Aguas de Ramón, que tuvo por objetivo apreciar el paisaje primaveral mediante la observación de la flora nativa y otros procesos de la naturaleza en el lugar.
La actividad fue organizada por Escuela Itinerante de Re-Conocimiento y Reproducción de Plantas Nativas, dirigido por las docentes FAUP Margarita Reyes y Javiera Delaunoy, la que durante este año ha efectuado diversos encuentros y talleres abiertos en relación a este tema. Para ello, cuentan con la colaboración de la Escuela de Arquitectura del Paisaje, el Núcleo de Investigación de Biodiversidad Urbana (NIBU), el Vivero Rayún y la Corporación Patrimonio y Paisaje
A la caminata asistieron 15 personas de distintas edades, que pudieron conocer más acerca del paisaje precordillerano. "La primavera es un continuo de floraciones que se van sucediendo unas a otras como en una orquesta. Así, tuvimos la oportunidad de observar flores de hierbas anuales como la manzanilla de cerro (Helenium aromaticum) el almizcle (Moscharia pinnatifida) y de hierbas perennes como azulillos (Pasithaea coerulea), añañucas (Phycella cyrtanthoides) y pata de guanaco (Cistanthe grandiflora), junto con la de algunas plantas leñosas como el bollén (Kageneckia oblonga) y el tralhuén (Talguenea quinquinervia); varias de ellas especies endémicas de la zona centro de Chile", explican desde la Escuela Itinerante.
Los participantes también pudieron reconocer algunas especies asilvestradas invasoras en sitios degradados y observaron los efectos de la sequía de los últimos años, sobre todo en algunos árboles añosos, además de los efectos del ganado que aún circula en sectores de la precordillera, en el suelo y la vegetación herbácea. "En conjunto analizamos la implicancia que tienen nuestras acciones cotidianas en el medio ambiente y la necesidad de cuidar nuestros ecosistemas", precisan.
Asimismo, enfatizan que la observación significó usar todos los sentidos. "Comenzamos la caminata disponiendo nuestro cuerpo a la atención y la distensión, y con una pequeña bitácora los participantes fueron haciendo sus registros. Disfrutamos del aroma de los espinos en flor, del color de los azulillos, de la textura fina de las hierbas anuales, de la sensación de la mañana con sus múltiples cantos de pájaros, del sonido del agua de la quebrada, y en definitiva, nos sensibilizamos con la expresión única de este paisaje que nos circunda y que está permanentemente en movimiento".