Martes 24 de Octubre de 2023
Por: Javier Mancilla Aliste, Docente de Carrera de Terapia Ocupacional.
El trimestre final del año es un periodo altamente exigente a nivel personal, social y laboral, las organizaciones aumentan su nivel de tensión y con ello la demanda a sus trabajadoras y trabajadores debido a cierres de procesos, estados financieros, metas de cumplimiento, entre otros hitos, por lo que es frecuente escuchar comentarios relacionados al estrés y el cansancio. Objetivamente, aumenta el ausentismo asociado a permisos, licencias y faltas sin previo aviso, mientras que, por el otro lado, aparece el fenómeno del presentismo, en el cual trabajadoras y trabajadores asisten a sus puestos de trabajo, sin embargo, no logran cumplir con lo esperado.
El estrés laboral, según la Comisión Europea para la Salud y Seguridad en el Trabajo, se define como “reacciones físicas y emocionales nocivas que ocurren cuando las exigencias del trabajo no igualan las capacidades, los recursos o las necesidades del trabajador”, lo que genera una serie de efectos multidimensionales en las personas. A nivel físico, se experimenta un aumento de la frecuencia cardiaca, se percibe la sensación de corazón acelerado, aumenta la contracción muscular general del cuerpo, sin embargo, se percibe de mayor forma en la zona del cuello y espalda alta, aparición de dolores de cabeza y molestias gastrointestinales persistentes, fatiga o cansancio que no desaparece con el descanso. A nivel emocional, se experimenta ansiedad, miedo y frustración al no poder responder a lo que se le exige, la persona no logra separar los contextos de trabajo y el hogar, presenta insomnio o dificultades para conciliar el sueño, lo que impacta en las relaciones sociales externas al trabajo y a nivel familiar. Por otro lado, al observar el rendimiento de estos, se evidencia una disminución de la capacidad de respuesta en las tareas realizadas, procesamiento enlentecido, dificultad para centrar la atención en el trabajo, aumento en la cantidad de errores cometidos y disminución de la productividad. Si los efectos del estrés laboral se mantienen en el tiempo sin intervención adecuada, se corre el riesgo de desgaste crónico o también denominado “Burnout”, el cual debe ser tratado de forma oportuna, y no ser desestimado, ya que trae consigo consecuencias graves a nivel de salud mental.
Es importante que las organizaciones generen acciones de prevención, evitando que trabajadoras y trabajadores lleguen a un nivel de estrés crónico. Se sugieren estrategias como:
Las organizaciones deben tener en cuenta que el bienestar es un eslabón clave en el funcionamiento y en los resultados esperados, por lo que debe ser la piedra angular en los procesos de alta carga, como lo es el fin de año.
Por otro lado, recordar siempre el valor de cada integrante, no sentir culpa por presentar fatiga o cansancio, aprender a identificar las señales que da el cuerpo y por, sobre todo, buscar ayuda en compañeros, personas cercanas y profesionales de salud mental de la organización o la Mutual que corresponda.