Por: Alicia Infante Peñafiel. Coordinadora área de ética y bioética, de la Unidad de Salud y Bioética del Departamento de Formación Transversal en Salud de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad Central de Chile.
El 19 de octubre, en el Día Mundial de la Bioética, reflexionamos sobre los grandes desafíos éticos que enfrenta nuestra sociedad, y el acceso equitativo a la salud emerge como uno de los más urgentes. En una era de rápidos avances médicos y tecnológicos, la pregunta clave es: ¿todos están realmente beneficiándose de estos avances?
Un derecho universal que no es universal
A pesar de que el derecho a la salud está consagrado en declaraciones internacionales, las inequidades en la atención médica siguen siendo abrumadoras. En algunos países, se dispone de tecnologías de vanguardia, mientras que en otros millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de salud. La pandemia de COVID-19 puso en evidencia esta desigualdad, con los países más ricos acaparando vacunas y tratamientos, dejando a otras naciones luchando por dosis limitadas.
No es solo un problema de recursos, sino una cuestión ética. ¿Cómo es posible que, en pleno siglo XXI, el lugar de nacimiento aún determine si alguien puede vivir o morir durante una crisis de salud?
Tecnología Médica: un privilegio para pocos
Uno de los mayores dilemas bioéticos actuales es el acceso desigual a la tecnología médica. Innovaciones como tratamientos contra el cáncer o medicamentos personalizados han revolucionado la medicina, pero suelen estar disponibles solo para quienes pueden pagarlos. En muchos países, los costos médicos son inalcanzables, poniendo en riesgo la estabilidad financiera de las familias.
Aquí la bioética ofrece una brújula moral, exigiendo que la justicia en salud garantice el acceso universal a tratamientos que salvan vidas, sin que la capacidad de pago sea una barrera.
Desigualdades globales: el desafío del sur global
En regiones de África, América Latina y partes de Asia, las desigualdades en salud son más pronunciadas. Sistemas de salud frágiles, falta de personal y recursos, y la escasa infraestructura limitan el acceso incluso a servicios básicos. La telemedicina, que podría acercar la atención médica a zonas rurales, enfrenta barreras como la falta de conectividad.
La bioética tiene un rol crucial en señalar estas inequidades y abogar por una justicia global en salud. No podemos celebrar avances médicos cuando millones carecen de agua potable, vacunas o atención médica básica.
El caso de Chile: desafíos en distemas mixtos
Las desigualdades también se observan en países con sistemas de salud mixtos, como Chile. A pesar de los esfuerzos para mejorar la cobertura, la brecha entre quienes pueden pagar seguros privados y quienes dependen del sistema público es significativa. Las largas listas de espera para tratamientos en el sector público afectan gravemente la calidad de vida de miles de personas.
El desafío bioético aquí es claro: debemos garantizar que el acceso a la salud no dependa del poder adquisitivo. Es fundamental fortalecer los sistemas de salud pública y regular los sistemas privados para evitar que los pacientes se enfrenten a barreras insuperables.
La Bioética Frente al Acceso: Un Llamado a la Justicia
El acceso equitativo a la salud es uno de los mayores retos bioéticos de nuestra era. No basta con discutir innovaciones médicas; debemos garantizar que lleguen a todos, sin importar su lugar de residencia o nivel socioeconómico.
El principio de justicia en bioética nos recuerda que el bienestar no debe ser un privilegio. Es necesario construir sistemas de salud inclusivos que prioricen a los más vulnerables y aseguren el derecho universal a la salud.
Un llamado a la acción
Este 19 de octubre, invito a todos a reflexionar sobre el acceso a la salud no como un tema abstracto, sino como una realidad que afecta a millones en todo el mundo. Gobiernos, profesionales de la salud y la sociedad civil deben trabajar juntos para eliminar las barreras que impiden el acceso equitativo.
La bioética, en definitiva, no es una disciplina estática. Es una herramienta poderosa que debe guiar las decisiones políticas y sociales. Si queremos un futuro más justo, debemos empezar por asegurar que la salud sea un derecho para todos, no un privilegio para unos pocos.