Lunes 19 de Abril de 2021
Columna de opinión del académico de la carrera de Psicología Fabián Nichel Valenzuela
Diversos estudios, han evidenciado el efecto en la salud mental de niños y niñas que ha tenido la pandemia en nuestro país. Sin embargo, pensar en el proceso de salud/enfermedad de niños, niñas y jóvenes, en tiempos de crisis socio-sanitaria, requiere una mirada que vaya mucho más allá de lo biológico/enfermedad, sino que aborde los modos de vida históricos, culturales y territoriales de niños y niñas; además de considerar la forma en que construimos la noción de niñez o niñeces. Esto implica, considerar a las niñeces, como sujetos sociales e históricos que habitan determinados territorios. Reconociendo que no existe una sola niñez, sino que son diversas según el espacio social que habitan. Por lo tanto, analizar las medidas y decisiones en torno a este grupo etario, es un desafío y cuestionamiento por la forma en que, como sociedad, construimos la noción de infancias.
Es esencial pensar a las niñeces situadas en sus territorios y los diversos espacios que habitan, ya que es donde construyen y se tensionan sus identidades. Sus necesidades psicosociales han sido invisibilizadas, siendo considerados, en el discurso público desde las autoridades, en tan solo dos sentidos: como un peligro por ser vectores de la enfermedad o como una disputa por ser sujetos escolarizables.
La principal consecuencia de esto, ha sido que el foco de las políticas públicas han estado dirigidas al espacio privado y escolar de los niños y niñas, omitiendo las otras necesidades para el cuidado de su salud mental. Como por ejemplo, el tiempo que tardó el reconocimiento de permisos para salir a las plazas (las mascotas fueron consideradas mucho antes). Diversos estudios en Europa, han demostrado la importancia de considerar espacios de tiempo diarios para que niños y niñas puedan salir de sus casas (con las medidas y distanciamiento necesario). Sobre todo, en aquellos territorios con altos índices de hacinamiento, producto de políticas públicas deficientes en vivienda.
Es urgente, construir Políticas Públicas que consideren, no solo las necesidades de niños y niñas, sino que también sus opiniones, sentires y pensamientos. Es decir, que construyan respuestas a la pandemia, desde la certeza de que las infancias son sujetos y actores sociales de nuestras comunidades, tal como lo decreta la Convención Internacional de los Derechos de los Niños, a la cual Chile ha suscrito. En este sentido, la pedagogía de la ternura, del pedagogo peruano Alejandro Cussianovich, nos da pistas de cómo construir espacios donde niños y niñas incidan en aquellos que les afecta, cuestionando las relaciones de poder que hemos establecido, desde una mirada de la ética del cuidado y el apoyo mutuo.