Miércoles 2 de Agosto de 2023
Por: Paolo Castro, Académico Nutrición y Dietética
Recientemente nos alertamos por las noticias que aparecen en los medios de comunicación que revelan que “picar” comida en la noche es "desfavorable" para la salud, donde existen variaciones relativas a la relación entre la cantidad, calidad y el horario de los refrigerios con las grasas en sangre y los niveles de insulina.
No obstante, los hallazgos científicos siempre deben tener un ajuste a la realidad de la población, considerando aspectos tales como, la realidad económica del bolsillo, gustos y preferencias, la disponibilidad de alimentos, ciclo de vida, enfermedades, horarios de trabajo, entre tantas otras.
De todas maneras, es evidente que existe una amplia necesidad de disminuir el consumo calórico en relación con el gasto de energía diaria. Esto es una de las cosas más complejas, entendiendo que las labores cada día se van automatizando con actividades de menor esfuerzo físico. De seguir así, hasta donde es sostenible dejar de comer, sin afectar por ejemplo aspectos sociales de la alimentación, lo que implica emocionalidad y salud mental. En esta lógica cabe preguntarse cuál es el punto de corte desde lo ético para sugerirle a una persona dejar de comer considerando factores más allá de la matemática calórica.
No es fácil como profesional de la nutrición, congeniar los cientos de factores que rondan esta actividad. Por lo tanto, mi sugerencia es tomar las noticias de prensa relativo a nutrición y alimentación con interés, pero los cambios sustantivos individuales o familiares, deben ser evaluados por un Nutricionista que logre asesorar en la metodología del proceso del cambio, para que cumpla con sus objetivos, metas e impacto.
Desde lo global, la acción de los hallazgos también se ven dificultados por no poder concretar. Ejemplo de lo anterior, una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, es que en los próximos 7 año restantes, es decir, el 2030, se logre poner fin a todas las formas de malnutrición, si eso lo analizamos con los datos de distribución de evaluación nutrición del país a través de la Encuesta Nacional de Salud año 2016-2017, el problema a solucionar suma más de 11 millones de habitantes en Chile.
Supongamos que dejar de “picar” de noche fuera una medida interesante para considerar en un plan nacional. Entonces el transporte debiera ser más eficiente para disminuir los traslados, las calles más seguras para realizar actividad física, considerar cuantas horas de luz dejamos al término de la jornada escolar y laboral para actividades recreativas, disminuir los impuestos actuales que restringen el gasto de bolsillo de alimentos de mejor calidad durante el día, reconsiderar el modelo de construcción para tener más espacios, áreas verdes y calidad de vida. Lo anterior es solamente algunos ejemplos que debiesen existir, para llevar a cabo uno de los tantos hallazgos científicos. No obstante, la salud aún tiene una mirada médico-jerárquica y curativa, que dificultan los cambios puesto que siempre existe resistencia al cambio, sobre todo cuando la jerarquía de mando de la salud acomoda a los puestos tradicionales.
Se debe replantear lo que requiere el país, desde todas las fuerzas existentes, con una inversión de recursos y una seriedad absoluta, tal como se hizo con la desnutrición, pero ahora con todas las formas de malnutrición que incluye del déficit y el exceso. Facilitando a las familias, que de forma casi instintiva vuelvan a lo saludable, como sucedió con la creación de los platos típicos chilenos, que, a prueba y error, lograban cumplir con el objetivo de las necesidades de la época.