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El cuidado integral en enfermería: más allá de lo físico, un enfoque emocional y psicológico

En el Día Internacional de la Felicidad, se destaca la importancia del cuidado integral en enfermería, que va más allá de tratar los síntomas físicos. La empatía, la escucha activa y la conexión emocional son esenciales para promover el bienestar emocional y psicológico de los pacientes.

El cuidado integral en enfermería es un concepto que ha sido parte fundamental de la disciplina durante mucho tiempo. Este enfoque se traduce en la aplicación de técnicas, protocolos y planes de cuidado del paciente, abarcando no sólo los aspectos físicos relacionados con el problema de salud, sino también otros factores complementarios como el bienestar emocional, espiritual y social.

Florence Nightingale, pionera de la enfermería moderna, comprendió hace más de un siglo que el cuidado de los pacientes no se limitaba a medidas sanitarias. Se preocupó profundamente por las heridas emocionales y psicológicas de los enfermos, dedicando tiempo a escucharlos y empatizar con sus temores. De hecho, en plena Guerra de Crimea, Nightingale escribía cartas a las familias de los soldados, demostrando que el cuidado emocional es tan importante como el físico.

En la misma línea, la teórica de la enfermería, Virginia Henderson, destacó que el ser humano debe ser tratado de manera integral, considerando sus necesidades físicas, pero también emocionales y sociales. Según Henderson, el papel de la enfermera es fundamental para ayudar al paciente a recuperar su independencia, promoviendo una recuperación que involucre todos los aspectos de la persona.

La empatía como pilar del cuidado emocional

El trabajo de enfermería no solo se basa en el conocimiento técnico, sino también en la capacidad de conectar emocionalmente con el paciente. Las académicas de la carrera de Enfermería de la Universidad Central de Chile, Verónica Sandoval y Pamela Valdebenito, revelan cómo este enfoque holístico se lleva a cabo en la práctica diaria. Según destacan, algunas de las actividades que las enfermeras realizan para promover la salud emocional de los pacientes incluyen:

  • Respetar los tiempos y espacios del paciente: Es vital permitir que los pacientes expresen sus miedos y angustias, respetando sus silencios y dándoles tiempo para procesar su situación.
  • El acompañamiento en momentos difíciles: Las enfermeras juegan un papel clave al servir de puente entre los pacientes y sus familias, brindando apoyo emocional durante momentos de dolor y angustia.
  • Trabajo en equipo: Colaborar con otros profesionales de la salud, como médicos, psicólogos y asistentes sociales, permite un abordaje integral del paciente.
  • Fomentar la relajación y el descanso: En el caso de los pacientes más jóvenes, como los niños, se utilizan terapias como el juego para expresar y procesar sus emociones de manera saludable.

Formación y recursos para mejorar el apoyo emocional

La capacitación continua es esencial para que las enfermeras puedan brindar el mejor apoyo emocional a los pacientes. Existen diversos programas y recursos formativos que permiten a los profesionales de la salud mejorar sus habilidades en este aspecto, como los primeros auxilios psicológicos, los diplomados en humanización del cuidado y cursos como DESPEGA!, que ayudan a las enfermeras a convertirse en mejores líderes y facilitadoras del bienestar emocional.

Pamela Valdebenito, quien además es  participante de un programa de medicina integrativa, destaca la importancia del autocuidado en su práctica diaria. “El autocuidado es fundamental para poder cuidar a otros. La actividad física y el cultivo de mi jardín me han permitido mantener un equilibrio emocional necesario para afrontar los desafíos del trabajo,” señala. Por su parte, la docente Verónica Sandoval, enfatiza la importancia de establecer límites claros entre la vida personal y la laboral, realizando actividades que le permitan desconectarse y procesar las emociones acumuladas durante su jornada.

Este Día Internacional de la Felicidad, es importante recordar que la salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino el bienestar integral del individuo. Las enfermeras, al atender no solo las necesidades físicas de los pacientes, sino también sus necesidades emocionales, son pieza clave en este enfoque integral de la salud. A través de su empatía, apoyo constante y cuidado integral, contribuyen no solo a la recuperación física, sino también al bienestar emocional y psicológico de aquellos que más lo necesitan.

La enfermería en la gestión del cuidado integral

Pamela y Verónica, son enfermeras con vasta experiencia, han sido testigos de innumerables historias donde la gestión del cuidado emocional ha marcado una diferencia en la vida de los pacientes. Hoy, nos comparten relatos profundamente humanos que reflejan el impacto de su labor y el poder de los pequeños gestos de cariño y comprensión.

Pamela y el misterioso ramo de flores

Recordar historias de nuestro trabajo como enfermeras no es tarea fácil. Un hospital es un lugar donde la vida y la muerte coexisten, y cada día está marcado por momentos de dolor, esperanza y, a veces, milagros. Hace un año, un esposo se disfrazó de "Viejo Pascuero" para agradecer las atenciones que su esposa había recibido, alegrándonos el día con un gesto de amor. Pero hoy quiero ir más atrás, a una historia de hace 15 años, una que sigue viva en mi memoria.

En esa época, fui testigo de la angustia de don Juan, un hombre que había sufrido una descarga eléctrica terrible. Tras semanas de hospitalización, me confió que su aniversario de matrimonio se acercaba y que siempre solía regalar flores a su esposa. Sus heridas y quemaduras eran profundas, pero su dolor por no poder entregarle el ramo de rosas a su amada era aún mayor. A pesar de no pedirlo, una de nuestras enfermeras, en el anonimato y el silencio, tomó la decisión de enviar las flores a su esposa. Aquel pequeño gesto fue un acto de humanidad que quedó marcado en la vida de don Juan, quien, años después, en el funeral de esa enfermera, se presentó en su silla de ruedas para agradecerle. "Gracias a ella, estoy vivo", dijo. No gracias a los fármacos o a las operaciones, sino al afecto recibido, esa medicina que no cuesta nada pero que muchas veces se pierde en la rutina diaria.

Esa enfermera se llamaba Eugenia Armijo, "Kenita", y su legado nos recuerda que nunca debemos perder nuestra humanidad. Nos enseña que los pequeños gestos pueden tener un impacto inmenso, incluso en los momentos más oscuros.

Verónica y algunos de sus recuerdos

A lo largo de sus 27 años de carrera, Verónica  ha sido testigo de momentos profundamente conmovedores. Uno de los que más le impactó fue el de un hombre de unos 40 años, que llegó a urgencias con una expresión de muerte inminente. Mientras los médicos luchaban por salvar su vida, Verónica, como enfermera supervisora, se acercó a él, tomó su mano y le dijo que todo estaría bien. Aunque no tenía control sobre el resultado, ese simple gesto alivió un poco su angustia.

Otro recuerdo que vivió Verónica, fue el de una madre angustiada por el diagnóstico de su hijo, quien estaba luchando contra un cáncer en un servicio pediátrico. La mujer salió de la habitación en lágrimas, y el equipo de enfermería, en un acto de contención emocional, la acompañó, ofreciéndole apoyo, escuchando sus miedos y brindándole algo tan sencillo como un vaso de agua. Ese pequeño acto de empatía le dio la fuerza necesaria para regresar a la habitación de su hijo con más serenidad y determinación.