Martes 3 de Diciembre de 2024
Cada 3 de diciembre, el mundo conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, un momento propicio para reflexionar sobre los avances y desafíos que enfrenta la educación inclusiva en el contexto universitario.
En Chile, esta semana se está rindiendo la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), un examen clave para quienes desean ingresar a la universidad. La PAES evalúa competencias en áreas como Lectura, Matemáticas, Ciencias e Historia y Ciencias Sociales, y asigna un puntaje que, junto con las preferencias de carrera y universidad, define la admisión a los programas de estudio. Diseñada para estandarizar el ingreso y garantizar igualdad de oportunidades, la PAES busca asegurar que todos los postulantes compitan en condiciones similares.
Sin embargo, para los estudiantes en situación de discapacidad, este proceso no solo implica un reto académico, sino también logístico y social. Enfrentar estas barreras ha sido posible gracias a avances significativos en inclusión, aunque todavía persisten desafíos importantes para garantizar que el acceso a la educación superior sea realmente equitativo y accesible para todos.
Avances significativos en inclusión
En Chile, la implementación de la Ley N.º 20.422, que establece normas para la igualdad de oportunidades e inclusión social de las personas con discapacidad, ha sido un pilar fundamental para garantizar su acceso y permanencia en la educación superior. De acuerdo con la "Guía de Ingreso y Apoyos de Instituciones de Educación Superior para Estudiantes con Discapacidad" https://bit.ly/guiaingresoPcDS (Admisión 2025), más de 69 instituciones chilenas han desarrollado vías de admisión especial y programas de apoyo destinados a estudiantes en situación de discapacidad.
Estas iniciativas han permitido que jóvenes en Chile accedan a la educación superior mediante ajustes razonables en sus pruebas de ingreso, adaptaciones curriculares y tecnologías de apoyo. En la última década, el número de estudiantes que rinden pruebas de acceso con adecuaciones ha aumentado significativamente, alcanzando los 10.849 casos en el último proceso.
Entre las medidas destacadas están las adaptaciones en infraestructura, accesibilidad web, intérpretes de lengua de señas, tutores especializados y formación docente en diseño universal para el aprendizaje. Estas acciones no solo buscan remover barreras, sino también promover una cultura de inclusión en el entorno universitario.
Desafíos pendientes
Sin embargo, los avances no están exentos de desafíos. Persisten brechas en la implementación uniforme de políticas inclusivas, especialmente en instituciones con menor capacidad presupuestaria. Además, las barreras actitudinales dentro de las comunidades educativas representan un obstáculo significativo para la verdadera inclusión. La falta de formación específica para el personal académico y administrativo en temas de discapacidad y derechos humanos también limita el impacto de estas políticas.
Otro reto es el desarrollo de sistemas de seguimiento que evalúen el impacto de los apoyos en el progreso académico y bienestar de los y las estudiantes con discapacidad. Una inclusión efectiva requiere no solo ajustes iniciales, sino también un acompañamiento continuo que permita responder a las necesidades cambiantes de los y las estudiantes.
Mirando al futuro
El compromiso con la educación inclusiva debe fortalecerse mediante la colaboración entre instituciones, la participación activa de estudiantes con discapacidad en el diseño de políticas y programas, y la adopción de prácticas inclusivas en todos los niveles educativos.
En este día especial, como terapeutas ocupacionales, reafirmemos la importancia de seguir trabajando para garantizar que la educación superior sea un derecho efectivo para todas y todos, superando barreras y aprovechando las oportunidades que la inclusión nos ofrece como sociedad.