Martes 3 de Octubre de 2023
Daniel Sánchez Brkic, Instituto de Investigación y Postgrados, FAMEDSA, realiza una reseña del texto escrito por Ximena Dávila / Humberto Maturana.
El libro La revolución reflexiva, escrito con Ximena Dávila posee las innegables características del profesor Maturana; una invitación constante a mirar, mirarnos, reflexionar y mover nuestros caminos. En este libro en particular (último escrito por Maturana) se deja entrever aquello, en ocasiones de manera más frontal y en otras con la sutileza de siempre. Vivimos en un mundo golpeado por múltiples fenómenos que nos van demostrando cuán lejos estamos unos de otros; desde los procesos vividos en la pandemia de COVID 19, hasta terremotos, cambios en el ecosistema social y natural, alteraciones climáticas y políticas, nos van demostrando que hemos llegado al límite de nuestras capacidades. Un libro que nos lleva a reflexionar desde todos nuestros ámbitos, en particular desde el mundo de la educación superior y las formas en cómo hemos construido comunidades educativas. Una comunidad educativa es ante todo un sistema social, como tal, se encuentra determinado por su entorno, su cultura y las maneras en como sus proyectos se van desarrollando, una comunidad de personas que requiere comprender sus maneras de vivir.
El límite que ha puesto sobre nosotros un modo del vivir (y con-vivir) en el que nos acostumbramos a ser y estar: sociedades distantes, coercitivas y ansiosas de llegar cada vez más alto han afectado la manera también en cómo nos relacionamos y en como lidiamos con aspectos éticos de nuestro devenir actual.
Maturana se detiene en un concepto que parece central en toda su visión: “dejar aparecer al otro”, esta sencilla frase encierra probablemente la más grande revolución posible, ya la habría mencionado libros atrás al tensionar el concepto de amor (el legítimo otro en la convivencia), pero dejar aparecer supone un acto de humildad, pasión, compromiso y bondad, algo que las culturas parecen haber olvidado pues el amor renta poco y no vende diarios. Amar o dejar aparecer no resulta fácil; nuestra naturaleza cargada de supuestos y prejuicio impide dicha tarea, de ahí que Maturana invita a aprovechar este tiempo de tanto cambio y tantos puntos de inflexión para generar la más profunda revolución, aquella que nos permite darnos cuenta de donde estamos, como estamos viviendo y cómo podemos cambiar.
Volver al centro, visibilizar a los demás (en especial a los niños y personas mayores), generar espacios sociales y culturales donde las personas sean aceptadas y valoradas, espacios-de-ser de nuestro relacionar conlleva a la presencia del otro y es aquella presencia la que permite “dejar aparecer al otro” es, en definitiva, la gran revolución, la del con-vivir.
Dejar aparecer-nos también resulta un imperativo, esto tiene relación con cada uno de nosotros, aceptando nuestros mundos, conviviendo con nuestros procesos y disponiéndolos para una sana convivencia, es en definitiva el salto hacia la autonomía y libertad de elegir.
El proceso no es fácil, siempre ha sido complejo y de largo aliento, pero es este tiempo el que nos permite abrir esa brecha, ese puente para ahondar en nuestras prácticas y disponernos a un cambio cualitativo.
Tal como postulan los autores “la invitación es a que intentemos salir de nuestras insensibilidades y cegueras: que volvamos a mirar en dónde estamos”, ahí radica uno de los aportes de este libro, a frenar la velocidad en la que nos entrampamos, tomar distancia, sentir lo que nos ocurre, reflexionar sobre nuestro hacer y nuestro ser y construir nuevas realidades más libres, humanas y ante todo respetuosas.
La educación superior, entonces debiese recuperar el camino para el cual fue pensada: una comunidad de personas que forma personas, este mundo externo a sus naturalezas, capturado por métricas, estándares y competencias pareciese ha dejado un manto de turbiedad en el sistema educativo, hoy particularmente se llama desde todos los ámbitos a recobrar el camino, centrarnos en aspectos como la convivencia, el razonamiento crítico, la colaboración y la humanización de la docencia. Es este el camino que nos invita H. Maturana, abrir nuestras comunidades educativas para dejar aparecer a las personas que la componen, abrir el camino y el fluir fundamentalmente para reconocer y colaborar en los procesos formativos de estudiantes y profesores.
Finalmente, este camino nos invita a movernos, habitar y fluir en armonía con el mundo (los mundos) que construimos, en coherencia con nuestro devenir, en sintonía con él, sin explotarlo; lo cuido, porque admiro su coherencia. Sin embargo, las formas de imponer y justificar nuevos ordenes sobre este mundo destruyen su armonía, su coherencia y su realidad, es ese mundo de la educación, las personas, familias, los mundos laborales, el mundo de la investigación, los programas de gobierno, proyectos educativos, medios de comunicación, constituciones, países y naciones el que debemos re-pensar y re-sentir a para crear un futuro de colaboración.