Jueves 25 de Mayo de 2023
Por: Mabel Navarrete Valdebenito, académica de Terapia Ocupacional, Universidad Central de Chile.
El juego es cualquier actividad espontánea u organizada que provee placer, entretención, diversión o distracción. Jugar es una actividad primordial y esencial para niños y niñas. A través del juego se aprende, se crece, es el promotor del desarrollo motor, cognitivo y socioemocional en etapa tempranas de la vida. La participación en actividades de juego es el reflejo de la interrelación de muchas y variadas habilidades de los niños y las niñas.
El juego es una ocupación natural y orgánica, es una fuente de motivación y control interno, temporal y espacialmente se suspende la realidad, se crean mundos, es un espacio de libertad y, por otro lado, se ensayan y controlan situaciones complejas de la vida, es un lugar protegido. Por eso jugar, adquiere un sentido complejo y amplio que se debe valorar y resguardar por las familias. Comprender el juego como un promotor de salud y bienestar en la niñez es un deber para las comunidades. El juego es un factor que favorece la inclusión, en el caso de niños y niñas que se encuentran en situación de discapacidad, las posibilidades reales de participar en espacios de juego son menores que sus pares sin situación de discapacidad, el juego es un espacio natural social de “estar” con otras y otros. Jugar es un derecho que el estado y la sociedad en general debe garantizar.
Actualmente las formas de juego son muy distintas a las de hace unas décadas. La tecnología se ha tomado las formas ocupacionales del juego, las pantallas se han convertido en un juguete para niños y niñas, a pesar de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud que sugiere que niños y niñas menores de 2 años no sean expuestos a pantallas y que sobre esa edad, se recomienda su uso sólo entre una a dos horas.
El contexto donde se juega también es relevante, por ejemplo, estudios recientes han sugerido que el juego al aire libre podría aminorar aspectos negativos de la alta exposición a pantallas en niños y niñas entre 2 y 4 años.
Las familias pueden favorecer la diversidad, de la naturaleza, de los objetos, de los entornos y contexto de juego; ampliar la variedad de tipos de juego, juguetes, compañeras y compañeros de juego y los lugares donde se juega. Además de fomentar que jueguen con diversos materiales, madera, cartón, juguetes de construcción, de mesa, pero también con objetos simples como cajas de cartón, telas, material reciclado o con la imaginación. Las familias pueden organizar espacios y tiempos de juego familiar, dentro de las rutinas. Así mismo, se deben resguardar espacios comunes de juego libre, seguro y compartido como una comunidad.
El juego no sólo tiene un matiz individual, también es una actividad social, que compromete a la sociedad en su conjunto con el bienestar y la inclusión de niños y niñas.