Martes 4 de Abril de 2023
Leonardo Alfonso Vidal Hernández, Académico Carrera de Terapia Ocupacional Universidad Central de Chile.
Según la OMS, se calcula que 1 de cada 100 niños/as en el mundo es una persona autista. En Chile la tasa es de 1 cada 51, es decir, cada uno de nosotros, en nuestros barrios, es probable que convivamos con una familia que tiene un integrante con Autismo.
Según la definición de la OMS (2018) los TEA son afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo.
Una de las comorbilidades de esta población son los problemas de procesamiento sensorial, según estudios, entre el 69 y el 95% de las personas autistas presentaría estas dificultades, las que pueden presentarse en el área táctil, auditiva, oral, visual, u olfativa. Estas dificultades se expresan en cambios conductuales, comportamentales, sociales, motores, socioemocionales, entre otros. Pero estas problematicas no son exclusivas de las personas con Autistas, ya que todos procesamos la información sensorial de manera diferente. Es desde allí que este tipo de dificultad puede sucederle a cualquiera, pudiendo referirnos a distintas áreas de la población y su neurodiversidad, sin reparar en edades o diagnósticos. Una de las dificultades más prevalentes es a nivel del procesamiento del estímulos auditivos.
Ante estos estímulos puede existir una respuesta adaptativa o adecuada ante la magnitud del estímulo, o puede existir una respuesta desadaptativa, pudiendo ser esta una hipo respuesta, la cual se puede expresar con conductas cómo no registrar cuando son llamados, lo que suele interpretarse como falta de interés, o una hiperrespuesta, que se ve expresada en conductas como taparse los oídos ante estímulos que pueden parecer inofensivos para otros o incluso realizar rabietas descontextualizadas y que alteran el comportamiento social propio y de la familia, conductas también muy difíciles de autorregular. Estas dificultades en el procesamiento sensorial de acuerdo a diferentes estudios impactan en la participación de la familia dentro de actividades y espacios cotidianos. Por ende se limitan la participación de la familia en espacios cotidianos cómo ir de compras al supermercado o mall , debido a la cantidad de estímulos que poseen estos espacios y las posible dificultades conductuales y/o emocionales que podría presentar la persona autista. En muchos casos lo que vemos las personas desde fuera es una persona o un niño/a que se encuentra haciendo una pataleta y estigmatizamos a esa familia por sus formas de forma de crianza.
Si dentro de los espacios comunes lográramos implementar espacios de calma o autorregulación, podríamos mejorar la experiencia de estas familias. Espacios que permitan que la persona llegue a la propia autorregulación a través de manejo del ruido, manejo de luminosidad, piso o paredes con goma EVA que permitan a la familia abrir círculos de comunicación con el integrante de su familia, entrega de movimiento a través de balones terapéuticos u otros objetos, asimismo podrían ser espacios donde las personas puedan adquirir objetos o juguetes de autorregulación cómo finger toys los cuales ayudan en algunas personas a disminuir la ansiedad e inquietud o venta de audífonos que lo aíslen del ruido que se presenta en estos espacios.
Que el día 10 de marzo se haya promulgado la Ley TEA es un gran avance cómo país, pero debemos ir pensando en que todos los espacios deben ser inclusivos y responder las necesidades de toda la neurodiversidad.