Miércoles 15 de Febrero de 2017
Comentario del profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública, Cristián Fuentes
Al dentista político Felipe López le costó harto llegar a su actual trabajo. Tras titularse en la U. Diego Portales, entró a la municipalidad de El Bosque para coordinar un programa de prevención del delito; un año y medio después -buscando otros horizontes- renunció sin tener otra oferta laboral.
Y ahí se las tuvo que ingeniar, dedicándose a pegas ocasionales donde podía aplicar sus conocimientos. Hizo de todo: revisó proyectos de título en un instituto profesional y asesoró en una consultora de abogados a familias de Bu in para que accedieran a servicios básicos, además de otras pegas menores que le encargaban amigos y familiares.
Fue un semestre, hasta que hace menos de una semana lo llamaron del área de estudios de la Secretaria de Planificación Comunal de Pedro Aguirre Cerda. "Hay que hacer un seguimiento de todos los proyectos del municipio, revisar los que están estancados y sacarlos adelante; también hay que recolectar datos", explica.
Felipe es un ejemplo de lo complejo que les está resultando emplearse a los especialistas en Ciencia Política. Esta realidad quedó en evidencia luego de que varios titulados de esta carrera escribieran cartas al diario "El Mercurio" para relatar sus penurias laborales.
Al respecto, Felipe opina que es algo que va más allá de la carrera. "Afecta en general a los profesionales del área de las ciencias sociales. El responsable es el aparato productivo de nuestro país, que no se condice con las leyes de la oferta y la demanda que tienen las propias universidades, que crean algunas carreras medio extrañas donde entra gente que después no tiene donde trabajar", teoriza.
Paula Herrera es una de las cientistas políticas que escribió al diario. Egresada de la universidad con promedio 6,8, entonces le costó un año encontrar pega. "No encuentras trabajo si no tienes pituto. Así fue como entré en 2011 al gobierno como asesora del Ministerio del Interior", asume.
Después de 3 años, con el cambio de administración, esa labor se acabó. "Como el título solo no cuenta, me gané una beca para estudiar un master en Australia. Pero al volver otra vez me ha costado encontrar trabajo", asegura.
¿Por qué decidió dar a conocer su situación? "Por los chicos que están decidiendo ahora estudiar Ciencia Política, porque no hay mercado laboral", se queja. "Al final salen dentistas políticos con muchos conocimientos y no tienen nicho".
La Ciencia Política comenzó a desarrollarse en Chile en los años 60, relacionada a estudios de opinión pública y encuestas que por esa época eran la nueva moda en Estados Unidos. "Después tiene una interrupción en 1973 y empieza a volver como carrera de pregrado a fines de los 80 y principios de los 90", cuenta Cristián Fuentes, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Central.
Según dice, un egresado puede trabajar tanto en el sector privado como público. "Su labor es analizar, proponer, llevar adelante distintos proyectos, planificar y asesorar", explica Fuentes. Esta diversidad, asegura, puede traducirse en un amplio espectro laboral, desde gobiernos regionales hasta municipios y ONG, pasando por el rol de analista internacional, que es otra de las ramas de la carrera.
El docente señala que aunque en su universidad la empleabilidad es bastante alta (alrededor del 80% pasado un año de la titulación), comprende las quejas dentro del gremio. "Son naturales. La gente cree que por tener una carrera encuentra trabajo inmediatamente, pero eso no pasa en ninguna parte".
Patricio Gajardo, analista político de la U. San Sebastián, subraya que cada universidad le imprime un sello propio a la carrera: "Algunas están más vinculadas a la administración pública, otras dedicadas a la ciencia política propiamente tal y algunas a la filosofía o pensamiento político".
A modo de ejemplo: "La Universidad Central tiene un enfoque más de ciencia política aplicada, pero no tan de teoría o filosofía política, como es el caso de la U. Gabriela Mistral; la UDP tiene una proximidad a la sociología y en el caso de la PUC es más integral", detalla.
A su juicio, la carrera está ganando espacio ya que su campo de trabajo es versátil. "Compite con bastante eficacia con los administradores públicos, ya que tienen una visión más de conjunto de las cosas", cierra.
Fuente: www.lun.com