Egresada el 2016 de Educación Parvularia, se reconoce inquieta intelectualmente y agradecida de las oportunidades que se le han dado en la vida. Nos habla de su inicio profesional y su emprendimiento para potenciar el juego en los niños.
Melanie Carrasco Pino, egresó de la carrera de Educación Parvularia en la UCEN y pronto entendió que era importante continuar con sus estudios para especializarse en un área que siente le apasiona “ingresé el año 2012 a estudiar mi carrera. En ese lugar pude crecer y aprender muchas cosas, me desarrollé como persona y como profesional con la guía de cada profesor/a que me acompañaba en mis prácticas profesionales y el apoyo incondicional de mis compañeras”.
“Una vez egresada, tuve el privilegio de ser contratada en el mismo Jardín Infantil en el que hice mi práctica profesional, lo que marcó profundamente mi vida, ya que fue mi primera experiencia de trabajo formal como Educadora de Párvulos de un nivel Medio mayor y creo que fue el mejor lugar para dar inicio a este camino de la educación”.
Un año después de su egreso, se le presentó su primer gran desafío, formar parte en un proyecto educativo como educadora a cargo de los niveles Sala Cuna Menor y Sala Cuna mayor. “sin duda que fue un gran desafío para mí y el equipo de trabajo que me acompañaba”.
Continúa: “gracias a esta experiencia me surgió la necesidad de aprender más, cuando hablamos de educación nunca hay límites para seguir aprendiendo y descubriendo. Fue en ese momento, que me llega la información de que en la Universidad se impartiría el Diplomado en “Especialización en Pedagogía en Primera Infancia, desde el Nacimiento hasta los tres años”, el cual no dude en poder realizarlo”.
Siente que el diplomado le permitió expandir sus conocimientos y aplicar nuevas metodologías “ahora todo lo que sabía ya lo entendía y eso marca mucho la diferencia cuando enseñamos, ya que al poder saber el por qué enseñamos, nos transforma desde adentro hacia afuera”.
Esta pasión por enseñar a niños y niñas, la llevó un año más tarde a emprender su propio proyecto “Sala Allegría de Fiorella”. “tuve que arrendar un lugar, mandé a hacer muebles de madera a medida para potenciar el Juego en los niños. Esto era lo que más anhelaba cumplir, poder ver a los niños aprender jugando”.
El Diplomado me llenó de esperanza y fuerzas a creer que el cambio parte por uno mismo y yo quería provocar un impacto en la vida de los niños que estuviesen conmigo, yo quería darles un disfrute en esa etapa de su infancia y durante tres años logré llevar a cabo este plan.
Pronto, la pandemia pondría un nuevo desafío a esta destacada egresada, los niños dejaron de asistir y el proyecto se detuvo. Se tuvo que reinventar en el corto plazo y comenzó a hacer clases particulares a niños de cinco años “ha sido una experiencia nueva y emocionante, ya que hoy puedo decir que he pasado por todos los niveles de la Educación Parvularia y me sigo sorprendiendo y encantando al educar”.
Con cierta nostalgia, Melanie recuerda a los niños que formaron parte de su sala “Tuve un grupo de seis párvulos entre las edades de 3 a 4 años y juntos crecimos, nuestros vínculos se hicieron muy fuertes, el respeto y la autonomía la vi con mis propios ojos, sus logros los vivía con la emoción más genuina que pudiese existir y todo esto se pudo lograr por tener un propósito claro y ser fiel a ello, por el apoyo incondicional de las familias que me permitieron ser parte de su confianza y lograr ser esa extensión del hogar para que cada nuevo aprendizaje sea manifestado tanto en sus casas como en la sala de clases”.
Al finalizar, comparte una reflexión con las futuras educadoras en formación “es necesario involucrar al niño/a en todo, porque uno como educador tiene el conocimiento, tiene las estrategias para que aprendan, pero si yo hago todo por ellos, si yo pienso por ellos y no los involucro, ellos nunca podrán experimentar la magia del aprender. Y aunque el inicio sea pequeño, siempre confiando que lo que se siembra, a su tiempo, dará fruto”.