Lunes 3 de Julio de 2017
Por tiempo la comunidad formadora de profesores ha sostenido que la reflexión es un asunto relevante en la formación y desarrollo del profesorado. Es más, muchas líneas de prácticas responsables de la formación de profesores enfatizan en la reflexión como medio, en tanto otros, con mayores niveles de comprensión, la conciben como una estrategia de desarrollo. Siendo lo último, una de las finalidades de la formación inicial y continua a la cual aspiramos todos y por tanto, la importancia de explorar e investigar al respecto.
En ese sentido, algunas consideraciones; si la reflexión sitúa a los actores en cuestiones que focalizan solamente en técnicas y estrategias para objetivos específicos –reflexión técnica- creo limitamos el desarrollo del profesor, ya que la pretensión máxima está en generar capacidades reflexivas en ellos, tales como: observar, analizar, interpretar y decidir sobre situaciones específicas que ocurren en un momento particular de la enseñanza, en ese contexto y como propósito emergente, pero significativo, la reflexión crítica debe favorecer y enseñar(nos), por qué no, a identificar las situaciones específicas relevantes de las irrelevantes para el aprendizaje de los estudiantes. Cuestión que podría distinguir un profesor de otro y de la efectividad de su enseñanza. De ahí que la reflexión focalizada, situada, contextual y problematizadora de las situaciones que suceden en la sala de clase, cobra sentido y valor por favorecer la visión profesional del profesor para una mayor y mejor práctica de enseñanza. Hoy una preocupación, pero a la vez, un compromiso para quienes tienen la responsabilidad de formar profesores para Chile.
Generalmente hay excepciones, las instancias de reflexión para la formación y el desarrollo del profesor derivan del análisis de lo ocurrido en la sala de clases, es decir, una reflexión sobre la enseñanza, que entre otras, busca promover el pensamiento crítico del profesor, asunto relevante si la consigan es una enseñanza de calidad, sin embargo, dicho propósito se fragiliza si la reflexión es sólo técnica. No obstante, la buena intención siempre será valorada.
Ahora bien, si la preocupación es la formación de profesores de alto nivel, comprometidos profesionalmente con su rol, entonces la formación debe cautelar que eso sea así, por eso, téngase presente que muchas de las instancias de discusión con profesores en formación y en servicio, que se dicen instancias de reflexión, carecen, en ocasiones, de una base teórica amplia y de consenso sobre la cual se desarrollen las capacidades reflexivas para la enseñanza. Por eso, es necesario que las casas formadoras de profesores amplíen el trabajo sobre la reflexión y en particular, sobre los estímulos, los métodos, los contenidos y los resultados esperados de una reflexión auténtica para mejorar la formación y desarrollo de los profesores. En esa dirección, necesitamos más y mejores evidencias para demostrar que la reflexión sobre la práctica de enseñanza, como se está concibiendo, es una estrategia real de formación y desarrollo, de lo contrario parece un asunto cliché.