Miércoles 6 de Mayo de 2020
Columna del Prof. Luis Riveros, decano de la Facultad de Economía, Gobierno y Comunicaciones
La pandemia que afecta al mundo está determinando cambios profundos en los hábitos sociales, como también en las prácticas laborales. No es ya controversial el asegurar que la salida de esta pandemia no implicará la vuelta atrás a una normalidad que será imposible de recuperar. En efecto, sabemos que algunas de las nuevas prácticas como, por ejemplo, la distancia física, el uso de mascarilla, el lavado permanente de manos y el uso de alcohol gel, serán ya una práctica que se adquirirá como modo de vida y así está siendo asumido por las nuevas generaciones.
Es posible que una vacuna pueda cambiar un poco esta situación previsible, pero nunca eliminará del todo el sentimiento de riesgo que hemos aprendido a asumir, tanto con respecto a nosotros mismos como personas, sino también en la posibilidad de esparcir la infección en otros, particularmente los más indefensos. Esa es una dimensión inevitable hacia fines de la crisis sanitaria en todo el mundo. Pero queda, además, una continuidad en algo que se ha venido aprendiendo en el curso de los días: la desconfianza hacia los demás, afincada en la posibilidad real de ser contagiado y de convertirnos en propagadores del virus. Entonces, estaremos en una sociedad aún más distante y más individualista, en que el sentido de protección que hemos desarrollado en el curso de la pandemia se sobre-exagere y nos ponga en un plano defensivo permanente. Ciertamente, una visión poco grata de los días pos pandemia que vendrán; es el medio vaso vacío.
Pero también existirán los legados positivos a partir de la terrible experiencia que vive nuestra sociedad actual. Se trata del salto gigantesco que se ha producido en materia de comunicación, y que permite actualmente desarrollar trabajo a distancia, y llevar a cabo actividades como la enseñanza por la vía del uso de los sistemas tecnológicos.
Ya muchas actividades que requerían nuestra presencia física se están realizando por la vía de los sistemas de comunicación... La expansión de los sistemas y de los medios de comunicación digital ha llegado para quedarse: es el medio vaso lleno.
Hoy día es normal que las reuniones de trabajo se realicen a través de sistemas informáticos, y que el conocimiento individual de cada persona en cuanto a plataformas interactivas ha crecido exponencialmente a partir del mes de marzo. Hoy día todos nos hemos familiarizado con plataformas como Zoom, Cisco Webex, Microsoft Teams, Canvas y varias otras. Por supuesto se ha ido también perfeccionando y mejorando en mucho los sistemas de correo electrónico que facilitan la transmisión de datos y a menudo permiten transportar grandes cantidades de información. Con todo ello, se ha ido haciendo una costumbre el trabajo desde casa, porque así se ha podido enfrentar la pandemia con costos mínimos en cuanto a la posibilidad de contagiar a los demás, y de ser potencialmente contagiado. Esto se seguirá expandiendo, puesto que ya muchas actividades que requerían nuestra presencia física se están realizando por la vía de los sistemas de comunicación, tales como trámites de tipo administrativo y bancario y compras de supermercados y farmacias. La expansión de los sistemas y de los medios de comunicación digital ha llegado para quedarse, expandiéndolos a lo largo del tiempo; es el medio vaso lleno.
La experiencia de la educación superior es relevante a este respecto. En la actualidad se enseña via online, y los estudiantes rinden obligaciones académicas y realizan actividades de aprendizaje por medio de la disponibilidad de laptops y tablets. Naturalmente esto seguirá avanzando, en la misma medida en que los profesores se han adentrado en el uso de la nueva tecnología y desarrollan estrategias de enseñanza apropiada a la misma Esto también es algo que quedará hacia el futuro, como un legado positivo de la situación que le dio origen.
Hay problemas, por supuesto, para la plena vigencia de esta nueva metodología de enseñanza. Se requiere una fundamental inversión en sistemas para dar cabida a profesores y estudiantes en un mundo interactivo. Esto se está llevando a cabo de manera evidente en las universidades e Institutos y se seguirá expandiendo, al mismo tiempo que se realice más capacitación para el adecuado uso de la misma. Hay por cierto una limitante en materia de prácticas de laboratorio, visitas a terreno y desarrollos experimentales, que obligarán a mantener una fuerte línea presencial. Pero también están las realidades sociales donde ésta nueva tecnología es más inalcanzable: aquellos que no cuentan con conexión a internet, o carecen de un aparato que permita realizar la conexión interactiva, o que, en definitiva, pertenecen a un hogar con pocas condiciones para realizar un adecuado trabajo de interacción con el sistema y el académico al otro lado de la línea. Este es un factor que ha llevado a muchas universidades a prestar apoyo tecnológico a los estudiantes más carenciados, mientras que los académicos deben ser capaces de responder a las limitantes que muchos de sus estudiantes tienen provista su realidad económico-social.
Como se quiera, sin embargo, el mundo y Chile, están avanzando en forma decidida a la modernización de su educación, levantando nuevos retos, pero permitiendo superar muchas barreras para lograr lo más importante: una educación interactiva y capaz de comunicar y formar con efectividad.
Fuente: Diarioestrategia.cl