Miércoles 17 de Abril de 2024
La reciente inscripción de los pactos electorales para enfrentar las próximas elecciones, pone de relieve la ausencia de información relevante para la ciudadanía. En el pasado, los pactos electorales representaban una plataforma de ideas en común de los partidos y movimientos que los componían. Ese fue el caso de la Alianza Liberal en los años 20 y de la Unidad Popular en 1970, a modo de ejemplos. Con el retorno a la democracia se consolidó el pacto denominado “Concertación de Partidos por la Democracia” que es indicado por muchos especialistas como el de mayor éxito en la historia política chilena.
Éxito que tenía que ver con su permanencia en el tiempo y, por encima de todo, en cuanto a la consistencia mostrada en materia de programa y acciones de gobierno. En todos los casos de la profusa historia política chilena en materia de pactos electorales, siempre fue una constante que el acuerdo subyacente para su constitución se reflejaba en un programa, esto es un compromiso de ideas que le daba consistencia y existencia a los objetivos más trascendentes. Por ejemplo, los votantes de la Unidad Popular sabían perfectamente lo que significaba ese pacto del punto de vista programático y las acciones que podían esperarse en el cumplimiento de los objetivos de tal programa. Y eso hacía que las mayorías pudieran efectivamente ver reflejadas sus expectativas en las acciones de gobierno, independientemente de las distintas lecturas que podría haber posteriormente sobre tales acciones e iniciativas.
Cuando se eliminó el sistema binominal, el cual buscaba, precisamente, la constitución de acuerdos sustantivos y duraderos de partidos y movimientos, se dijo que el sistema actual sería mucho mejor. Al parecer el juicio sobre el éxito del sistema partidista que actualmente nos caracteriza debe esperar todavía un análisis, pero lo que podemos observar es la aparición de muchos partidos que no tienen identificación con postulados programáticos, más allá de lo general y si de muchos partidos y movimientos que no contribuyen al diálogo político sustantivos capaces de encaminarse a acuerdos.
Queda a los cientistas políticos el explicar cómo este modelo podría favorecer a la democracia y no a la simple negociación electoral, al entendimiento sobre bases puramente incidentales. La reciente elección de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, marcada por acciones basadas en intereses personales, pone de relieve la crisis que viven los entendimientos entre colectividades políticas.
Pero lo más preocupante es que los pactos políticos que se han generado en Chile son simples titulares de mercadotecnia, y no reflejan un propósito común, un afán programático que oriente a la ciudadanía sobre sus intenciones, más allá de la cuestión puramente electoralista. El pacto que han firmado los partidos de gobierno, que une a la ex concertación con la izquierda encabezada por el partido comunista, en realidad oculta información al elector sobre los propósitos programáticos de fondo. La presencia de la DC en ese pacto, por ejemplo, no arroja luz sobre sus objetivos programáticos y se puede deducir que han primado los puramente electorales, sin contribuir a la consolidación política de un conjunto de cambios al que aspirarían. La esencia de la izquierda, guiada y orientada por el partido comunista, tiene objetivos que son claros y consistentes: terminar con el régimen capitalista y construir una democracia popular.
Cuánto de esto es respaldado por los dos partidos no marxistas (DC y PPD) que sustentan el pacto así suscrito, es algo que no se clarifica con la suscripción del pacto y lo que será el proceso de propaganda y discusión frente a las nuevas elecciones. En este sentido el pacto de la derecha es algo más consistente, aunque aún frente al electorado existe una inexplicable separación de Republicanos y Chile Vamos, además de algunos otros grupos más pequeños y “descolgados”. Todo esto lleva a una discusión que se centra solamente en slogans, un intenso “mercadeo” de candidatos y listas, pero poca respuesta frente a los serios dilemas que aquejan a la ciudadanía y al normal desempeño del país.
La ciudadanía necesita respuestas sobre sus prioridades más relevantes, donde figuran de modo prominente: pensiones, salud, educación, delincuencia, inmigración ilegal y narcotráfico, entre otras. Si los pactos no postulan ideas y propuestas sólidas sobre estas importantes temáticas, las elecciones significarán una simple rotativa de cargos electos basada en aspectos mediáticos, pero sin aludir a lo que el país requiere.
Publicado originalmente en Diario Estrategia.