Jueves 13 de Abril de 2023
Nuestro país vive una enorme crisis de seguridad. Son miles los casos de delitos graves que ocurren ya casi como sucesos habituales que asumimos como parte inevitable de nuestra vida diaria. Asaltos, robos, portonazos, encerronas, etc. son sólo parte del panorama a que diariamente todos nos exponemos. Pero, además, están los asesinatos, los enfrentamientos a balazos y hasta los crímenes por encargo, sumado esto a las acciones terroristas que se han hecho ya costumbre en el sur de Chile.
Los ciudadanos tenemos que vivir encerrados para así proteger a nuestras familias; y hay muchos que no pueden hacerlo, exponiendo su integridad física, su propiedad y hasta su vida a las amenazas que abundan en calles, caminos y sitios públicos. Y para colmo, tenemos cuerpos policiales que no están empoderados para cumplir su importante rol, y en nuestra aplicación de justicia se les considera casi equivalentes a los delincuentes que deberían ser perseguidos con dureza. Han sido víctimas nuestros Carabineros y PDI de atentados que a muchos de ellos les ha costado la vida, y aún hay otros seriamente lesionados como es el caso de una joven oficial de la PDI.
Parece ser que muchos consideran al delincuente solamente una persona con graves problemas para insertarse en la sociedad; no existiría la maldad como modo de vida ni el irrespeto por la vida ajena. ¿Será esta visión del delincuente-víctima de la sociedad lo que domina el caso del narcotráfico: sólo se trataría de personas que intentan ganarse la vida? ¿Hasta dónde puede soportar una sociedad esta particular visión que lleva a la permisividad y a los peores resultados en calidad de vida y seguridad para la mayoría? El país necesita respuestas concretas, más allá de discursos y promesas.
Bien ha hecho el Gobierno en convocar a un diálogo institucional abierto, constructivo y sincero sobre el tema de seguridad. Esto debe darse en el propósito de restaurar el derecho ciudadano a contar con protección efectiva en defensa de su vida y de sus bienes. Tiene que darse también en el marco de empoderar efectivamente a las policías para cumplir con su rol, y dejar de lado la pura mirada protectora del delincuente. Habrá que mejorar el sistema carcelario y respaldar el accionar de la justicia, inspirada en el bien común y en la protección del inocente. Habrá que ser firmes en el control de la inmigración ilegal y sus funestos resultados.
De tal diálogo, en el que necesariamente se debe incluir al sistema judicial, deben surgir soluciones reales que no pueden consistir en la creación de más burocracia estatal; por el contrario, el Estado debe pensar seriamente en producir ahorro suficiente para enfrentar de manera permanente esta situación de debilidad de nuestros sistemas policial, de justicia y carcelario. El país espera señales sin dilación, para empezar a reconfigurar la normalidad que requieren nuestras vidas, especialmente frente a la difícil circunstancia económica que actualmente se vive. Corremos el riesgo, sino, de verse disgregada nuestra sociedad, bajo el imperio de la ley del más fuerte y en manos de un crimen en expansión.
Esta columna no puede terminar sin rendir un homenaje muy sincero a Carabineros de Chile y a su esforzado personal que expone a diario la vida para protegernos del delito. Con ello también a la PDI, que es desde hace mucho objeto de la consideración ciudadana por su trayectoria y defensa a ultranza de nuestros derechos. Firmemente asentados en la historia e institucionalidad republicana, en cada policía vemos al amigo protector de nuestros derechos y de nuestra paz, que en estos días difíciles y amenazantes resalta como una labor esencial para preservar la civilidad y nuestra democracia.
Atentar contra un policía, es hacerlo contra la patria y sus valores más esenciales; es anteponer el mal como norma preponderante de conducta social. Ojala que vuelva a ser cierto aquello que reza el himno institucional: “Duerme tranquila niña inocente, sin preocuparte del bandolero, que por tu sueño dulce y sonriente vela tu amante Carabinero”.
Publicado originalmente en Diario Estrategia.