Miércoles 8 de Mayo de 2024
La social democracia se originó en Alemania y su fundador, Eduard Berstein, se declaró a favor de las intervenciones estatales, tanto económicas como sociales, para promover mayor equidad económica e igualdad social en el marco de una economía capitalista. Tradicionalmente fue acusada por el marxismo internacional de ser una corriente “amarilla”, que no deseaba cambiar el sistema capitalista sino solamente morigerarlo, produciendo de este modo un engaño a la clase trabajadora. El desarrollo de la Internacional Socialista, desde fines del siglo XIX, apuntó, precisamente, a que el interés público primara por sobre el interés privado, y a eliminar las dictaduras del proletariado que se desarrollaban para proteger los derechos de la clase trabajadora. Por esa razón el comunismo siempre rechazo la idea de una social democracia, puesto que ella tendía solamente a morigerar lo que, en su visión, era un defecto inevitable del capitalismo en la línea más estricta de la interpretación leninista.
En los años sesenta el Partido Radical fue el primer partido político chileno que ingresara a la internacional socialista, que tenía también una correspondencia con la organización a nivel juvenil. Con esto, se hacía a un lado de la idea de expropiar medios de producción para constituir un sistema estatal de producción, cosa que se hizo un tanto confusa hacia fines de la década de 1960, puesto lo álgido del debate sobre los dilemas anticapitalistas y antiimperialistas. En Europa, la social democracia se desarrolló de modo muy importante, llegando a ocupar posiciones políticas de privilegio en países como Alemania, Suecia y Finlandia, entre otros. Los partidos de la izquierda chilena tradicionales, siempre rechazaron la idea social demócrata sobre la base de que ello sería poco menos que de una especie de operación para “blanquear” las graves atrocidades del capitalismo.
Las cosas han cambiado naturalmente: baste ver a la ex Unión Soviética y a los que fueron sus países satélites, que actualmente se desempeñan con un capitalismo con pocos bordes. Véase también a la República Popular China que, después de Deng Xiaoping, se ha transformado en una sociedad capitalista, empero con bordes muy bien definidos en materia de regulación estatal. Subsisten algunos países que todavía aspiran a construir el socialismo que se manifieste en beneficios evidentes para la clase trabajadora, pero ya no tiene asidero real y el empeño en esto ha significado un decaimiento brutal en las condiciones de vida de sus respectivas poblaciones.
Cuando algunos partidos de la actual alianza de gobierno se declaran “socialdemócratas” no resulta totalmente claro que es lo que eso significa en términos programáticos. En un sentido estricto se está diciendo que adhieren al sistema capitalista y abogan por instaurar bordes definidos en materia de derechos sociales. ¿Pero es eso lo que efectivamente persigue la actual alianza de partidos en el gobierno? Un actor importante en dicha alianza de gobierno es el partido comunista, que parece no haber renunciado al postulado de construcción de un socialismo real. Si eso es así, entonces no queda claro cuáles son las bases que sustentan programáticamente el sustento programático del bloque.
Felipe González, un líder de la internacional socialdemócrata, manifestó que el actual presidente giraría indudablemente hacia ese enfoque político. No es claro sobre qué bases emitió tal juicio, especialmente porque el partido ancla del gobierno es el comunista que siempre desechó las ideas de alianzas estratégicas con partidos que promueven o protegen el sistema capitalista. ¿Será que la actual alianza de gobierno es solamente una opción táctica y no estratégica? ¿Y que opinarán sobre esto los líderes de partidos de izquierda no comunistas, que se declaran enfáticamente socialdemócratas? Debate importante para que la política vuelva al mundo de las ideas y principios, y a partir de ello se gestione un programa de gobierno.
Publicada originalmente en Diario Estrategia.