Jueves 20 de Agosto de 2020
En tiempos que abunda la desconfianza en las instituciones, y mientras los "especialistas" siguen buscando las razones de la falta de legitimidad de las instituciones del gobierno representativo, heredadas de las revoluciones del siglo XVIII, se replican experimentos democráticos, apareciendo el sorteo como un mecanismo potente.
En tiempos de crisis climáticas y sanitarias, y ad portas de una crisis económica sin precedente, puede ser de utilidad mirar algunas experiencias concluidas o en curso en Irlanda, Francia, Reino-unido, España, entre otros, particularmente en materia de lucha contra el cambio climático y en relación al fenómeno de la participación ciudadana y a la representatividad de la clase política.
La Convención Ciudadana sobre el Clima (en adelante: CCC)[1], antes conocida como Convención Ciudadana para la Transición Ecológica, es una convención francesa, formada en octubre de 2019, que reunió a 150 ciudadanos sorteados y constituidos en una asamblea llamados a formular propuestas para luchar contra el calentamiento global. Desde el 4 de octubre de 2019 estos 150 voluntarios (hombres, mujeres, adolescentes, jubilados, profesionales y obreros, representativos de la sociedad francesa actual) sorteados para participar en este experimento democrático de alcance sin precedentes en Francia -convocado por Emmanuel Macron para intentar responder a la crisis de los "chalecos amarillos"- han trabajado para responder a la pregunta: ¿cómo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% para 2030 en un espíritu de justicia social?
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