Viernes 25 de Mayo de 2018
La Doctora en Psicología, académica y directora de la Junta Directiva de la Universidad Central, abordó la realidad existente en Chile y como la Casa de Estudios genera aportes en la materia.
En el marco de la conmemoración del Día de la Mujer, María Teresa del Río, directora de la Honorable Junta Directiva (HJD) de la Universidad Central, abordó la temática de Equidad de Género en el país y a nivel institucional.
La autoridad, quien está en su segundo periodo en la HJD, enfatizó en que no ve ningún obstáculo para desempeñar su rol, se siente cómoda en el cargo ya que “el hecho de que yo sea una mujer, me ha ayudado a llevar a cabo mis tareas y lo he disfrutado porque he puesto habilidades personales al servicio de mi trabajo y han sido apreciadas”.
¿Existe equidad de género en la sociedad? ¿Por qué?
La equidad de género no existe en la sociedad porque no están dadas las condiciones para que eso suceda. Nosotros en Chile, tenemos grandes brechas entre hombre y mujeres en lo salarial, en la empleabilidad, en los roles de género; sin embargo, estamos mejor que hace 50 años atrás, pero a medio camino en términos de equidad de género.
A nivel internacional ¿cómo se desarrolla la problemática de equidad de género?
Te podría decir que a nivel internacional uno de los países que más ha avanzado en equidad de género es Islandia. Esto, debido a que el país elaboró leyes muy estrictas con el objetivo de cautelar que las mujeres tengan las mismas condiciones que los hombres en una serie de campos. En comparación, tenemos todavía camino por recorrer.
¿La solución a esta problemática se enmarca en políticas públicas, problemas culturales o sociológicos?
Primero que todo, nosotros acarreamos roles tradicionales de género de hace miles de años, lo que se enmarca en una forma de organización social que obedece a distintas causas. Siempre aparece la postura que dice que las mujeres por su biología y sus tareas deben dedicarse de manera distinta a ciertos roles en la vida y eso está avalado por la organización social de los grupos humanos a lo largo de los siglos, lo que es una controversia muy interesante.
A mí me parece que hay algo de verdad en, por ejemplo, la biología. Sin embargo, decir que eso justifica la actual organización de los géneros me parece que es estirar mucho el argumento dado que vivimos ahora en circunstancias muy distintas a cuando se organizó primitivamente la sociedad, en cuanto a tareas de hombres y de mujeres. Por ejemplo, ya no tenemos la tarea de supervivencia que teníamos antes. Además, estamos instalados en otra realidad, con otra cultura y con otro aparataje tecnológico muy distinto; de manera que los roles y tareas cambian para favorecer el cambio de las mujeres en cuanto a los potenciales que tienen y que no pudieron desarrollar a lo largo del tiempo. Y por otro lado, para los hombres en tareas que ahora pueden hacer y conciliar con sus roles tradicionales.
También tiene que ver con temas culturales y sociales como lo es la educación, donde se amplía el mundo y se abren ventanas. Se le pidió a la mujer que ingresara decididamente al mundo laboral a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, a empleos más allá del servicio doméstico. Entonces, ¿qué hay de natural en los roles femeninos y masculinos? Las mujeres ahora debemos educarnos, educar a nuestros hijos y prepararlos para la vida laboral. Estamos con un pie en nuestros roles históricos y otro en lo que la modernidad demanda de nosotras. La definición de rol obedece a fuerzas distintas como la historia nos ha probado, la trampa está, a mi parecer, en la rigidez de las definiciones.
En lo que respecta a Chile, estamos a medio camino. A las mujeres nos juega en contra que hay un aspecto de conservadurismo respecto a los roles, es menos que antes, pero todavía existe y eso se debe a cambios culturales que son lentos, porque hay un cambio de creencias a la base y si uno no cambia su creencia no cambia la conducta. Veamos, ¿qué sentido tendría ahora venir a decirle a una mujer que su reino es lo doméstico o “ciertas” labores femeninas? El mundo se abrió, no hay marcha atrás.
Por otro lado, hay que tener claro que hay que hablar de género aquilatando lo que se quiere decir respecto a esto, porque cuando se empieza hablar de género entre hombre y mujer aparece la agenda al debe como si las mujeres estuvieran peleando con los hombres. Yo particularmente, y con el mayor respeto, creo que las luchas femeninas se justifican en la medida en que las descripciones de género comprimen, limitan u oprimen a las mujeres, ahí se justifica.
¿Cómo se aborda el tema de equidad de género en la Universidad Central?
En primer lugar, la Universidad no promueve sesgos de género y eso se puede ver al leer los estatutos donde no puedes deducir ninguna lectura sobre tareas para hombres o para mujeres. Además, respecto a las condiciones laborales, la Dirección de Recursos Humanos regula y protege los derechos de las mujeres de acuerdo a la legislación laboral del país. Nosotros no tenemos brechas salariales ente hombres y mujeres, eso no ha existido y no está previsto que sea así; es decir, acá se elige a las personas por sus méritos, por lo que a tal puesto tal sueldo.
Por otro lado, el mundo de la academia es un mundo de privilegio para el trabajo de las mujeres, por el hecho de que ingresan mujeres que tienen potencia laboral y con la misma calificación académica que los hombres, no es un mundo en el cual se pueda discriminar laboralmente.
¿Cuál es el mensaje que se da al existir cinco decanas?
El ambiente laboral se mueve, las mujeres tienen movilidad y cuando ven una oportunidad la toman. A mí no me parece que se esté dando un mensaje en particular por el número de decanas que hay, ni por el número de directivos superiores de la Universidad, porque eso depende de las capacidades laborales de cada cual. Me parece normal que mujeres ocupen puestos de decanos y directivos porque nosotras competimos en igualdad con los hombres.
¿Cuál es el aporte que desde el cargo en el que está contribuye a la equidad de género?
El cargo de miembro de la Junta Directiva, es un cargo muy interesante y desafiante desde el punto de vista profesional, ya que tenemos como misión proteger la corporación educacional y a la vez la responsabilidad de tomar grandes decisiones corporativas. Nosotros debemos velar para que la universidad se mantenga vigente y crezca.
La Junta Directiva tiene que pensar que está transitoriamente en su tarea y que debe entregar la Universidad en la forma más óptima posible a las manos que van a seguir gobernando. Es decir, las finanzas saneadas, haber impulsado más desarrollo, haber tomado decisiones estratégicas sabias, haber estimulado a que la comunidad florezca en la universidad, entre otros puntos.
Las tareas descritas anteriormente por supuesto que pueden ser ejercidas por una mujer si está capacitada para hacerlo. La parte femenina, que tiene que ver con competencias blandas, con el saber hacer en comunidad, con el poder mirar el lado del otro, con saber manejarse en el mundo con posiciones de poder y de no poder, nos ayuda a discernir cómo manejar un cargo alto en una institución.
Yo me siento cómoda en el cargo, siento que el hecho de que yo sea una mujer me ha ayudado a llevar a cabo mis tareas y lo he disfrutado porque he puesto habilidades personales al servicio de mi trabajo y han sido apreciadas. Por lo mismo, no veo ningún obstáculo para desempeñar mi rol. Si existe preparación profesional, si te has preparado y estás trabajando profesionalmente da lo mismo, ahí no hay género. Yo no me siento especial por ser mujer y ser miembro de la Junta Directiva.
¿Qué aportamos las mujeres?
Las mujeres aportamos en ser modelos de rol para las mujeres en formación. A mí me gusta pensar que cuando una camina por los pasillos de la universidad o realizas tu trabajo y entras en contacto con las personas que están en formación, les muestra a las mujeres más jóvenes que se puede hacer el trabajo en un modo femenino y disfrutarlo, así como también llegar a donde quieres estar.
Por otro lado, hay que admirar, en los modelos de rol femenino, la tenacidad, el espíritu entusiasta, el no negar la feminidad y disfrutarla, la calma para enfrentar la vida, el afán de jugársela y tomarse en serio lo que uno quiere ser.
¿Cuáles son los desafíos y oportunidades en temas de equidad de género para la Universidad?
Siempre hemos hablado de que la universidad tiene un modo de gobierno, un sello y una forma de hacer institución distinta a otras universidades. Si yo acepto esta definición, queda implícito el hecho de que voy a querer hacer ciertas apuestas por ser una Institución pluralista e inclusiva. A esto yo agregaría los desafíos de género. Creo que nosotros tenemos que hacer más y mejor en torno a esta problemática del país. Debiéramos preocuparnos de estas situaciones para poder aportar al país y contribuir a acortar la brecha sobre las mujeres.
Este es un tema que nos conmueve y yo estoy dispuesta a colaborar el día que me lo pidan, ya que naturalmente voy a querer hacer algo que tenga relación con la democratización de la sociedad y con el bienestar de las personas (mujeres y hombres), la Institución tiene algo que hacer a través de sus tareas universitarias ya que debemos responder al compromiso país.
Para concluir, la directora María Teresa del Río agregó que “todo lo que he dicho no obsta que en lo cotidiano se deslicen prácticas sexistas, que son prejuicios de género y que vienen desde la crianza de las personas y que se aprenden porque están más o menos validados socialmente. Acá nos reunimos hombres y mujeres, quienes tenemos prejuicios de género por nuestras particulares historias y creo que hacer una apuesta por la convivencia y por el respeto de unos y otros es otra manera de construir país, demostrando que en una comunidad como la nuestra, podemos convivir óptimamente hombres y mujeres”.