Por las psicólogas Constanze Ihl y Karem Leiva
Hoy, más que antes, logramos visibilizar la importancia del cuidado de la salud mental, lo cual ha contribuido a un aumento del autoconocimiento. Esto ha permitido percatarse de cómo nos estamos relacionando con nosotros/as mismos/as, cómo nos hablamos internamente a diario, y cómo ello impacta en nuestra autoestima. Esta columna busca enfatizar en la relevancia de trabajar en fortalecer la autoestima, entendida como el sentimiento de aceptación y aprecio hacia uno mismo/a, que se nutre de las experiencias de vida y que en definitiva permite sentirse a gusto con quien uno/a es, poniendo el foco específicamente en cómo la relación y percepción del propio cuerpo impacta en nuestra autoestima.
Culturalmente se ha otorgado un valor social importante a la imagen corporal, existiendo la idea de que, si se cumple con el estereotipo predominante de belleza existente, ello garantiza la aprobación social que se tenga. Sin embargo, en los últimos años se ha iniciado un cuestionamiento a esta idea, ampliamente validada por los medios de comunicación y redes sociales, existiendo ahora mayor flexibilidad respecto a las exigencias culturales impuestas en cuanto a la imagen corporal (entendiendo que cada cuerpo es único en su belleza) y comprendiendo lo nocivo de categorizar a los cuerpos en lo que es “lindo” o no, de acuerdo al estereotipo recién mencionado. Con ello también se han flexibilizado los parámetros estrictos respecto a qué implica una alimentación sana, siendo cada vez más difundida la idea de que cada cuerpo necesita cosas distintas para funcionar bien y mantener la salud.
En este sentido, la alimentación intuitiva surge como un concepto innovador, el cual plantea que como seres humanos tenemos la capacidad de “escuchar” lo que nuestro cuerpo necesita, entendiendo que no todos/as deben seguir la misma pauta estandarizada de alimentación para mantenerse saludables. Varía la alimentación de cada persona, de acuerdo a su contextura, actividad física, nivel de energía que el cuerpo necesita a diario, genética, problemas de salud, entre muchos otros factores que hoy sí se consideran.
Es esencial entonces conocer a nuestro cuerpo para lograr detectar qué necesita en un momento u otro, y así lograr diferenciar si la alimentación es movilizada por el hambre o por algún sentimiento de base (frustración, pena, rabia, ansiedad, entre otros). Para llegar a la respuesta, la recomendación es prestar atención plena a lo que se hace, en el momento presente, evitando distractores (como el celular o televisión), de forma de lograr disfrutar realmente de lo que se ingiere. Por último, es importante hacerlo con calma, bajando el ritmo acelerado que llevamos a diario, lo que permite enfrentar la alimentación con agrado; disfrutando y en conexión con lo que tu cuerpo necesita.
Recuerda que este proceso toma tiempo, por ende las autocríticas respecto a tu cuerpo no desaparecerán de un momento a otro. Es necesario inicialmente identificar que existen, para poder trabajar en ellas, y lograr ser más comprensivo/a contigo mismo/a. Si deseas apoyo especializado para trabajar en ello, recuerda que en la DAVE cuentas con el programa de orientación psicológica. Escríbenos o solicita una cita en nuestro formulario y te contactaremos a la brevedad con una psicóloga del equipo.