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Preparación para el examen de grado: Un proceso personal y relacional

Ps. Alejandra Zuleta C.

Iniciar la preparación para el examen de grado es un proceso que impacta múltiples dimensiones de la vida. Cada persona vive esta experiencia de manera única, influenciada por su historia personal, circunstancias vitales y recursos emocionales. Por ejemplo, alguien que ha egresado hace cinco años y tiene responsabilidades familiares o que ha reprobado anteriormente, enfrentará desafíos distintos a los de una persona recién egresada. No son comparables.

Cada persona tiene sus propios recursos cognitivos y emocionales que se ponen en juego a la hora de enfrentar este proceso y que determinarán qué tan eficientes son al momento de enfrentar el estudio. Algunos/as se concentran fácilmente, tienen buena oratoria y desplante, mientras que otros/as son intolerantes a la frustración o se sienten constantemente interferidos/as por la ansiedad.

Este proceso puede sentirse solitario, con poco entendimiento del entorno sobre las decisiones que se deben tomar, como postergar reuniones sociales para estudiar. A menudo, esto conlleva un deterioro de relaciones significativas y, a la larga, afecta la calidad de vida. Además, se puede experimentar un estancamiento en el proyecto de vida, con la sensación de que los sueños solo podrán materializarse tras aprobar el examen, mientras se observa el avance de colegas.

Para afrontar esta etapa de manera más consciente y efectiva, aquí algunos puntos a considerar:

  1. Organización realista del tiempo. Planifica incluyendo todas tus actividades diarias (estudio, familia, pareja, mascotas, ejercicio, redes sociales, etc). Evalúa cuánto tiempo realmente puedes dedicar al estudio y establece metas realistas.
  2. Horarios de estudio efectivos. Opta por sesiones de estudio manejables y respeta tus límites. La técnica Pomodoro, que alterna estudio con descansos, puede ser útil para evitar la procrastinación y agotamiento.
  3. Hábitos de vida saludables. Mantén una dieta equilibrada y actividad física regular. El estrés puede llevar a malos hábitos, así que incluye tiempo para cocinar y hacer ejercicio.
  4. Vida social activa. No descuides tus relaciones. Programa momentos de esparcimiento, ya que son esenciales para tu bienestar emocional.
  5. Conexión emocional. No ignores tus necesidades y emociones. Hablar sobre tus preocupaciones puede aliviar la presión y mantener el equilibrio emocional.
  6. Manejo del autosabotaje y la culpa. Trabaja en un diálogo interno más positivo y permite momentos de disfrute sin culpa, siempre que estés organizado/a.
  7. Labilidad emocional. Reconoce y aborda cambios de ánimo. Mantener un equilibrio en la vida cotidiana es clave para la salud mental.

Es crucial tener en cuenta el contexto personal al iniciar este proceso. Planifica y organiza tu tiempo de manera realista, respeta tus ritmos, evita caer en comparaciones y no descuides tus vínculos afectivos. Compartir esta experiencia con otros puede ofrecer apoyo y recordarte que no estás solo/a.