Por la psicóloga Daniela Leiva Solís
El ingreso a la universidad puede ser, para algunas personas, sinónimo de “un nuevo comienzo” y si bien para algunos(as) pueda sentirse como algo emocionante, para otros(as) se vuelve un desafío emocional importante, que puede llegar a ser amenazante. Esto relacionado no sólo a los cambios que se tienen a nivel académico (mayor exigencia y autonomía en el estudio), sino también debido a un nuevo y desconocido contexto social. Cada persona que llega a la universidad, tiene una expectativa, o al menos imagina cómo será el cambio de ambiente; este encuentro con personas desconocidas que serán parte del día a día, por los años que dure la carrera. Puede verse como una oportunidad de reivindicar malas experiencias en el colegio, puede ser un desafío al nunca haberse separado de las amistades escolares, puede emocionar el conocer a nuevas personas que compartan intereses, o pensar que será difícil o fácil congeniar con los demás, en el caso de que exista diferencia de edad, por ejemplo. Las posibilidades son muchas, pero una cosa es cierta: sí o sí habrá que vincularse con otros. La educación superior tiene múltiples instancias de trabajo y vínculo grupal, ya que se busca tener un acercamiento lo más real posible al contexto laboral, donde esto va a ocurrir inevitablemente. Por ello, es importante hablar sobre algunas expectativas que se tienen sobre estas experiencias sociales y vinculares, que no siempre se cumplen, con el fin de evitar creer que por este motivo la vida universitaria será algo negativo o complejo de sobrellevar.
No es necesario llevarse bien con todos(as): En una etapa inicial suele ocurrir que, al no tener vínculos establecidos aún, se transa mucho para evitar “caer mal”. Es más valioso comenzar mostrándose de forma genuina y honesta, ya que probablemente quienes permanezcan en la carrera lo harán por varios años y será insostenible evitar mostrar cómo somos realmente. Por ello, y aunque quizá no se pueda congeniar con todos, es más realista que intentar ser parte de todos los grupos y llevarse bien con todo el mundo. Esto no quiere decir que porque seamos diferentes debe haber enemistad, pero siempre es ideal que se mantenga cordialidad y comprensión de aquellas diferencias, entendiendo que la lejanía es más sana si no hay intereses o estilos de vida en común.
A veces es mejor trabajar con personas que tengan ritmos similares más que con los más cercanos: Los trabajos en grupo pasan a ser parte de cada semestre, y suele ocurrir que todos buscan hacerlo con quienes comparten más. Sin embargo, esto no siempre es tan efectivo, e incluso puede llegar a entorpecer las relaciones de amistad. No todos en un grupo de amigos tienen la misma forma de trabajar y esto puede desencadenar roces y discusiones que no siempre terminan de forma positiva. En estos casos, es mejor privilegiar la amistad y comprender las diferencias, buscando pares con los que haya entendimiento y sincronía. Es decir, no por no poder trabajar juntos deben dejar de tener una relación de amistad.
Tener un único grupo no es obligatorio: Si bien suele ocurrir que se forman grupos y algunos se cohesionan muy bien, también hay casos en los que hay cambios a lo largo de los años de carrera. Si tu grupo inicial se disuelve, intenta no frustrarte, ya que puede incluso ser una buena oportunidad para conocer a más personas y sorprenderte con estas relaciones. Hay que mantenerse en apertura y revisar la posibilidad de conformar nuevos grupos. También está bien si eres una persona más solitaria, pero es importante que tengas un mínimo de convivencia, para evitar tener dificultades al hacer algún trabajo grupal y así resguardar tu desempeño académico.
Puedes conocer personas fuera de tu carrera: En la universidad hay un sin fin de talleres y espacios colectivos en donde se puede también encontrar personas afines a tus intereses. Quizá no logras tener una amistad en tu sección, pero puede que ello ocurra en alguna actividad extraprogramática. Por otro lado, es importante no sólo centrarse en el contexto académico. Mantener grupos del colegio, amistades externas a la carrera y actividades extracurriculares es fundamental para sobrellevar sanamente la vida universitaria.
Compartir tiempo libre con compañeros(as) es una inversión: Este punto se dirige al extremo contrario, de quienes sienten que la universidad es solo para estudiar y no para hacer amistades. La verdad es que es una buena etapa y lugar para generar primeras redes profesionales. Además, la distracción también es necesaria (siempre y cuando sea de forma equilibrada y sana) ya que para que nuestro cerebro funcione de manera óptima requerimos de tiempos de recreación que nutran nuestra vida social.
Si sientes que socializar es una dificultad, es importante buscar apoyo con el fin de revisar si se relaciona a aspectos vinculados a la autoestima, o quizá hay algún nivel de ansiedad involucrado, sea o no producto de alguna condición previa. En la universidad existe un equipo de psicólogas que te puede brindar orientación al respecto, puedes tomar una hora accediendo aquí.