En distintos momentos de la vida, nos planteamos diversos objetivos y metas, que consideramos nos pueden ayudar a salir de una zona de confort, a mejorar y potenciar nuestro desarrollo y crecimiento personal, para así sentirnos más felices y realizados(as).
Hablamos por ejemplo de momentos en que te has planteado hacer más actividades de autocuidado – como hacer deporte, tener una mejor alimentación, dejar hábitos dañinos, regular los horarios de sueño o ir a terapia – cambios en lo social e incluso en temas académicos o laborales. Si bien es importante plantearse y motivarse a perseguir nuevos logros, ocurre que a veces tratamos de abarcar tanto, que perdemos de vista que cada objetivo implica un camino por recorrer, el cual tomará tiempo y dedicación. Además, podemos olvidar considerar que este camino también puede verse afectado por aspectos contextuales que no siempre podemos controlar.
Por ello, al plantearse una meta, es importante tener en cuenta algunos elementos clave para lograrla y así no abandonarla si las cosas no resultan como esperas:
- Plantéate una meta realista: Debe ser algo que puedas hacer, considerando tu estado actual y el contexto donde estás inmerso. Por ejemplo, si quieres hacer deporte pero nunca has hecho, la meta debe ser acorde a esta situación. Evita que la meta sea ser un triatleta, pero sí el encontrar un deporte que te guste y en el que puedas ser constante. Otro ejemplo, más académico, es que si quieres que te vaya bien en un ramo que reprobaste, intenta que la meta no sea aprobar con un 7.0, sino aprender lo mayor posible, con una nota que te permita pasar el ramo y refleje tu esfuerzo y dedicación.
- Escribe si hay algo que necesitas cambiar o integrar previamente para lograr tu objetivo: Por ejemplo, si quieres comenzar a hacer un deporte específico, pero no tienes el equipamiento necesario, es importante ver si puedes conseguirlo. O si tienes un ramo que solo se imparte en la mañana, y te acuestas tarde y estás faltando por ello, es necesario modificar tus hábitos de sueño.
- Evalúa tus capacidades y recursos para poder lograr la meta: Observa tus capacidades y acepta las limitaciones que puedas tener en estos momentos. Intenta no sobreexigirte. Si seguimos con el ejemplo del deporte, si quieres hacer 2 horas de ejercicio todos los días, te vas a fatigar y te puedes lesionar. Lo mismo sucede con estudiar para algunos ramos; si te está costando concentrarte, evita establecer una meta de estudiar 4 horas seguidas, ya que perderás la capacidad de atención y te desmotivarás rápidamente.
- Escribe los pasos que tendrías que seguir para cumplir tu propósito: Aquí es fundamental identificar los pasos para lograr la meta, escribiéndolos para poder visualizarlos. Al igual que la meta, es importante que estos pasos sean realistas y que si bien pueden ser pequeños, seguirlos hará que estés más próximo de lograr tu objetivo final. En estos pasos, el lema es “menos es más”. Siguiendo los ejemplos anteriores, sería bueno comenzar a hacer ejercicio tal vez 3 veces a la semana, y solo 30 minutos, y para estudiar sería bueno dedicar intercaladamente 40 minutos de estudio y 15 minutos de descanso.
- Identifica las barreras que podrían haber para que no se cumpliera: Escribe qué elementos podrían ser obstáculos o entorpezcan la consecución de tu meta. Algunos obstáculos principales pueden ser no planificarse, una mala organización, tratar de hacer demasiado, ser poco constante, falta de descanso, consumo excesivo de redes sociales, entre otros.
- Identifica las estrategias que podrías usar para afrontar los posibles obstáculos: Pensar y escribir previamente soluciones a las barreras que se puedan presentar, permite tener un plan de acción. Por ejemplo si estoy mucho tiempo en las redes sociales, posibles soluciones podrían ser destinar un tiempo limitado y cronometrado, suspender o eliminar las aplicaciones que me están tomando mucho tiempo, apartar algunos minutos del día el objeto tecnológico para evitar recurrir por inercia y costumbre.
- Considera qué persona(s) puede(n) apoyarte en alcanzar este objetivo: Somos seres sociales, y muchas veces necesitamos a otros para poder lograr nuestros objetivos, ya sea recordando, alentando, o acompañando a lograrlos. Ejemplos de ello, puede ser que si quieres hacer algún deporte o quieres estudiar, podría ser bueno hacerlo con un grupo de personas o con un(a) amigo(a). O si quieres mejorar tu alimentación, motivar y concientizar a tu familia con este cambio y hacer preparaciones para todos, más saludables.
- Si no logras un paso, re-evalúa la meta y vuelve a intentarlo: Identifica qué pudo haber salido mal o qué necesitas modificar para poder seguir avanzando. A veces es necesario dar un paso atrás, y ver si el paso o la meta que pusiste es muy grande o te estas saltando un paso para llegar. También se puede modificar la ruta trazada para llegar a la meta, o puede ser que necesites replantear el objetivo, y modificarlo por otro que te permita lograrlo.
- Sé perseverante, constante y paciente: Intenta no desesperar o impacientarte. Lograr una meta puede tomar más tiempo de lo que te imaginas. Es central ser constante, donde cada día vayas trabajando en un mini paso para tu propósito. No olvides diariamente ver los pasos que ya has dado, para reconocer y valorar tu esfuerzo.
Es importante plantearse metas realistas, con objetivos claros y abordables, sin perder de vista la constancia. De esta manera, serás capaz de disfrutar y valorar el camino de esfuerzo que estás haciendo para lograr tu propósito. Recuerda que lo importante no es solo la meta o resultado final, son los pasos y el camino recorrido que entrega aprendizaje, recursos propios y que permite mejorar.