Miércoles 26 de Mayo de 2021
Ps. Constanze Ihl Herbach
Durante el año 2020 y lo que va del 2021, hemos debido adaptarnos a una serie de cambios contextuales. La modalidad de tele-estudio y tele-trabajo necesariamente requiere que compatibilicemos distintas responsabilidades durante el día, a nivel académico, laboral y doméstico, siendo necesario contar con una rigurosa planificación que permita abordarlas todas.
Un desafío aún mayor ha sido encontrar tiempo para estar con uno mismo(a), y darnos espacio de escucharnos y comprender cómo nos estamos sintiendo, tomando real conciencia de lo que necesitamos para estar bien. Este tiempo y espacio resulta vital para el fortalecimiento de la autoestima y la relación con uno(a) mismo(a). Esta actitud interna influye también en cómo nos percibimos respecto al mundo, siendo importante invertir en este proceso de reflexión interna y crecimiento personal, de modo que exista respeto y satisfacción personal.
Si bien, en las etapas tempranas del desarrollo el autoestima se construye principalmente en relación a otras personas, más adelante se vuelve imprescindible ir construyéndola a través de las propias creencias. De esta manera, es posible llegar a sentirse a gusto con uno(a) mismo(a), con la propia desnudez, querer y valorar al cuerpo por lo que es, valorando todo aquello que nos agrada como también sus imperfecciones, entendiendo que nos da la vida y necesitamos de él de forma cotidiana, para todo lo que nos propongamos hacer.
Una vez que se logra una valoración positiva respecto a sí mismo(a), es posible relacionarse con las demás personas considerando sus opiniones, pero no permitiendo que ello defina quien uno es. Una autoestima fortalecida permite sentir seguridad y respeto, y estar satisfecho con quién se es, permitiendo frenar e identificar a tiempo la auto-crítica y reproches como algo negativo para el propio bienestar y seguridad personal, evitando que invadan la forma de relacionarse con uno(a) mismo(a).
Si te animas, un ejercicio que puede ayudarte a fortalecer la autoestima consiste en dibujar un árbol en un papel. En las raíces de tu árbol, escribe las cualidades que reconoces en ti mismo(a), mientras que en el tronco escribe las cosas que te agradan de lo que haces a diario (por ejemplo, la forma en que preparé un plato de comida u ordené mi lugar de estudio). Por último, en las ramas incorpora todos los logros y todo aquello que consideres éxitos (desde lograr levantarse temprano, conectarse a clases, estudiar una materia difícil, y todos los que se te ocurran).
En el cuidado diario de la salud emocional y física, otro aspecto central a poner atención es la alimentación. Escuchar al propio cuerpo, conocer lo que nos hace bien, en términos de los tipos de alimentos y nutrientes que necesita nuestro cuerpo, ayuda sin duda a mantener un buen funcionamiento físico y mental.
Una alimentación sana necesariamente es equilibrada. A grandes rasgos se basa en un consumo abundante, y en la proporción adecuada, de verduras y frutas, así como proteínas y lácteos. Puedes revisar la recomendación específica en la guía de alimentación sana del Ministerio de Salud.
El equilibrio también implica evitar comer de forma desorganizada. Esto último puede generar sensación de culpa, al percibir que existe un descontrol respecto a la forma de alimentación que se está teniendo, llevando a una restricción arbitraria de ciertos alimentos esenciales, para nuestra dieta diaria (tales como carbohidratos, huevos o cierto tipo de grasas) en una medida compensatoria desesperada, que finalmente solo logra empeorar la relación con el propio cuerpo. Limitar al cuerpo la alimentación necesaria o por el contrario, alimentarse sin conciencia de lo que se ingiere hasta sentir malestar, puede afectar nuestra autoestima a largo plazo y también la propia imagen corporal.
Para lograr conocer lo que nuestro cuerpo necesita para sentirse y funcionar bien, es necesario tener en consideración que cada alimento tendrá un efecto distinto en el propio cuerpo y varía de acuerdo a cada persona. Depende de características corporales, de salud (como por ejemplo si se tiene intolerancia a ciertos alimentos), así como al momento y estado emocional de la persona.
Al respecto puede interesarte saber que existen alimentos que contribuyen positivamente al estado de ánimo. Ejemplo de ello son los alimentos que contienen triptófano, tales como el huevo, el plátano, frutos secos y el chocolate negro, que elevan el nivel de serotonina en el cuerpo, contribuyendo a la sensación de bienestar emocional.
Te invito a reflexionar y tomar conciencia de cómo lo que integras a tu cuerpo influye en tu estado anímico, en tu autoestima y en tu salud en general, particularmente en estos tiempos. La alimentación sana no se trata de hacer dieta o de pasar hambre, sino de sentirse a gusto y cómodo/a con el propio cuerpo, contribuyendo a sentirnos mejor en el día y día, conservando con ello una buena salud física, mental y emocional.