Ps. Constanze Ihl Herbach
A lo largo de la vida nos enfrentamos a situaciones y experiencias que nos ayudan a crecer. Algunas no siempre tan gratas o esperadas, incluso imprevistas. Frente a la emergencia de estas situaciones inesperadas, hay dos caminos posibles; 1) hacer frente a la situación y explorar las consecuencias, y 2) paralizarse por miedo y permitir que éste se apodere de nuestras decisiones y actuar. Esta última opción limita nuestra capacidad de acción y nos hace creer que lo más beneficioso es seguir en la misma zona o rango de acción.
Inicialmente puede parecer más cómodo quedarse en la zona conocida, ya que implica menos riesgos, toma menos tiempo y menos energía. Pero a pesar de la potencial incomodidad, ¿por qué podría ser importante atreverse?
Enfrentar los desafíos nos moviliza a una nueva forma de pensar y actuar. Permite observarse desde un poco más lejos, reflexionar respecto a la propia forma de actuar, lo que incomoda, lo que se desea cambiar y dar un paso más allá. El cambio nos permite vivir experiencias nuevas, qué si bien al principio pueden percibirse como abrumadoras, al ser desconocidas o no tener claridad de cómo enfrentarlas, pero que posteriormente pueden ser motivantes. ¿Por qué ocurre esto? Lo nuevo permite crecer, aprender, cambiar el foco conocido desde el cual uno se relacionaba con el mundo y consigo mismo/a, llegando a una zona de crecimiento que genera satisfacción. Implica esfuerzos y muchas veces decisiones difíciles de tomar, pero en definitiva es posible tener la tranquilidad de que se es capaz de cambiar. Ya sea que se escoja cambiar o que las circunstancias de la vida nos movilicen hacia lo nuevo, en cualquier caso, se logra perder el miedo a lo distinto e incluso puede llegar a constituirse como un factor que incentiva y motiva.
Al decidir permanecer en la zona de confort puede aparecer una sensación de estancamiento, de no estar logrando vivir cosas distintas. A nivel de pensamientos, pueden surgir autorreproches respecto a qué se hubiera podido ganar o lograr de haberse atrevido a enfrentar eso nuevo. Todo ello puede terminar manifestándose como frustración con uno mismo/a y desmotivación, al percibir que como siempre se repiten las rutinas y acciones de manera similar, ya no es algo llamativo que entusiasme o que se disfrute.
A modo de cierre, te invito a confiar en tus propias capacidades, logrando reconocer todas las dificultades y desafíos que has logrado enfrentar a lo largo de tu vida, lo cual has hecho y harás en una infinidad de momentos; al decidir qué estudiar, al postular a un nuevo trabajo, cambiarse de casa, entre otros.