Miércoles 8 de Enero de 2020
Es importante comprender que siempre estamos comunicando algo, incluso con el silencio y la evitación. Las posturas, gestos y tono de voz también comunican.
Por Constanze Ihl, Dirección de Apoyo y Vida Estudiantil DAVE Programa Orientación Psicológica.
La asertividad es una habilidad blanda que se caracteriza por permitir expresar los propios pensamientos y sentimientos de forma honesta, clara y directa, respetando también los pensamientos y creencias de las otras personas. Nos ayuda a estar en sintonía con el entorno.
Desde esta perspectiva, cuando entablamos una conversación, el conflicto tiende a encontrarse más en la forma en que transmitimos el mensaje, más que en el contenido. Es importante comprender que siempre estamos comunicando algo, incluso con el silencio y la evitación. Las posturas, gestos y tono de voz también comunican. Ser conscientes del propio lenguaje no verbal, permite aprovecharlo en favor de una mejor forma de expresión. Para una conversación difícil, ayuda detenerse y darse unos momentos para respirar hondo y reflexionar sobre lo que se va a decir, recuperando la sensación de calma. Además de ello, ayuda mucho practicar en voz alta, para percatarnos a tiempo de lo que comunicamos no verbalmente, y también evitar que la ansiedad nos juegue una mala pasada.
También es bueno identificar si estamos escogiendo el mejor momento para una conversación - ya que cada persona necesita tiempos distintos para procesar situaciones - y si nos damos el espacio necesario para pensar antes de hablar, teniendo en cuenta que el principal objetivo de la conversación es que cada persona logre expresar su punto de vista, y no “ganar” la discusión o “tener la razón”. Otro facilitador en la comunicación es Intentar expresarse en primera persona, planteando directamente lo que se siente o espera ante una determinada situación. Podemos reconocer este punto en la diferencia entre plantear: “me gustaría ser capaz de terminar mis argumentos sin que se me interrumpiera” en lugar de “¡siempre estás interrumpiendo mis explicaciones!”. Cada realidad es única e indiscutible, y al dar a conocer nuestra percepción de las cosas, se evita hacer un juicio de valor respecto a un hecho ocurrido, que puede ser vivenciado de forma distinta por cada persona involucrada.
Contamos con libertad para expresar sentimientos e ideas y solicitar lo que necesitamos, en la medida que se haga respetuosamente y sin herir al resto. A partir de ello, otros/as pueden decidir ayudarnos o no, ya que pedir algo no implica obligar a otras/os a hacer lo que queremos. Asimismo, al ser directo/a y preguntar a quienes nos rodean lo que piensan o quieren, evitamos asumir lo que sienten.
Comunicarnos de una forma más sincera con las personas a nuestro alrededor, contribuye a evitar generar conflictos innecesarios, y transmitir adecuadamente lo que queremos decir, lo cual nos otorga más tranquilidad en las interacciones sociales de nuestro día a día.