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Consideraciones al consumir contenido de salud mental en RRSS

Ps. Daniela Leiva Solís

Actualmente las redes sociales nos mantienen expuestos a un sin fin de contenidos para todo tipo de público y es lo que lo hace tan atractivo, ya que son horas y horas de información de las que a veces es difícil despegarse. Lo complejo es que la forma en que funcionan estas plataformas incita a ver contenido similar, ya que mientras más se ven videos alusivos a algo, más aparecen sin que se seleccionen de forma voluntaria, lo que puede generar una distorsión o convencimiento de que lo que estamos viendo es fidedigno sin cuestionarlo. En el fondo, mientras más se repite un contenido semejante, es más probable que me convenza de que lo que veo es cien por ciento cierto y es lo que finalmente propicia el “sesgo de confirmación”, que alude a confirmar una información por estar acorde a algo que se cree o piensa. No quiere decir que todo lo que aparece en redes no es real y que haya que desconfiar de todo lo que se nos muestra, pero muchas veces al intentar condensar información para hacer un video de algunos minutos con la finalidad de generar interacciones, se puede caer en simplificar temas complejos, lo que puede confundir o prestarse para malas interpretaciones.

Esto ocurre mucho con el contenido de psicología que circula por las redes, ya que muchas veces con la intención de psicoeducar, se pueden generar ideas erróneas de ciertos diagnósticos o conceptos. En este sentido, hay que considerar, que no todas las personas que suben contenido de psicología son necesariamente psicólogos y por lo mismo hay que tener cuidado al momento de informarse con lo que aparece en redes sociales. Pasa mucho con conceptos como el de apego, conductas narcisistas o con diagnósticos alusivos a neuro divergencias, trastornos del ánimo o de la personalidad. ¿Y por qué hay que tener cuidado? Por un lado, no es sano el autodiagnóstico ni la estigmatización de otras personas, ya que cualquier problemática de salud mental no determina ni justifica la conducta ni acciones de los demás. Por otra parte, los manuales diagnósticos sirven para estandarizar y categorizar ciertas problemáticas con el fin de darles relevancia, pero siempre es importante estudiar el caso a caso, porque aun si se tiene el  mismo diagnóstico la experiencia respecto de él y las características siempre son individuales.  

Otra cosa que no se considera, es que la psicología, la psiquiatría y los diagnósticos de salud mental están en desarrollo  y cuestionamiento constante para actualizarlos acorde a los tiempos. Es necesario que siempre se estén realizando nuevos estudios, ya que mucho de lo que ocurre a nivel psicoemocional se relaciona al contexto económico, social, cultural, tecnológico, etc., por lo que es dinámico y hoy lo es más que nunca. Un ejemplo de ello, es que la homosexualidad era antes un trastorno considerado como algo modificable y a trabajar en terapia o el que hay actualmente opiniones divididas sobre el trastorno del espectro autista, ya que algunos consideran que no debiera ser calificado de  trastorno del neurodesarrollo por el hecho de ser una condición con la que se nace. El ser humano es complejo y cambiante, por lo que algo que entraba antes en una categoría diagnóstica, puede dejar de estarlo o ser algo diferente en la medida que los estudios van considerando otras variables. Por otro lado, dentro de la misma psicología hay diferentes teorías y miradas, que no siempre están de acuerdo, por lo que un concepto en una línea teórica puede no significar lo mismo en otra. También es de relevancia indicar, que hay conceptos en psicología que no se han estudiado a nivel científico y que no necesariamente garantizan una respuesta fidedigna, es decir, depende mucho con el filtro teórico que se vea la problemática.

Hay que considerar que lo importante de dar respuesta a lo que ocurre con una hipótesis diagnóstica no es etiquetarse ni identificarse, lo más relevante es trabajarlo si es algo que está perjudicando la salud mental o las relaciones afectivas, laborales, etc. La recomendación, más que no consumir estos contenidos, es el observarlos con criterio y no caer en el autodiagnóstico o definición reduccionista de lo que pueda estar pasando a nivel psicoemocional a partir de vídeos de redes sociales, por lo que es siempre importante acudir al especialista adecuado si se tiene alguna sospecha.