Ps. Stephanie Bogado
El término “Neurodivergencia”, en 1998 se instaura como un sinónimo de la coexistencia y de la variedad de biodiversidad neurológica; el cual no tan solo abarca el término de Autismo, sino que también se encuentran otras patologías como el trastorno límite de la personalidad, TDAH/TDA entre muchas otras. Alude asimismo, a la co-existencia de diferentes estilos de procesamiento de la información del entorno, de cómo se es percibida dicha información y los diversos estímulos en sus distintos niveles (cognitivo, social, emocional, etc).
En esta columna, me referiré al autismo no como un trastorno (TEA), sino como condición (CEA). La elección del término busca evitar el estigma y connotación que a menudo acompaña a la etiqueta de trastorno. Dicho lo anterior, hablaré desde la percepción en mujeres y del cómo es percibida dicha condición en el género.
A lo largo de la vida, enfrentamos diferentes contextos familiares, educativos y sociales que nos imponen ciertas expectativas incluso por género. El mundo social es bastante complejo y aún más para las mujeres con CEA, ya que por la presión social puede hacer que desde pequeñas sientan que no encajan del todo, lo que les genera una sensación de no pertenecer, lo cual puede llevar a un malestar y desgaste emocional constante.
Surge así mismo como una forma de compensación el término “masking” como una estrategia para afrontar los desafíos cotidianos. Dicho término refiere a una “máscara”, faceta, o camuflaje que puede ser consciente o inconsciente, con el objetivo de encajar en el entorno, adaptarse a las normas sociales y comportarse de manera considerada "adecuada". Esta práctica responde a la presión social del entorno, donde la persona intenta disimular sus dificultades para cumplir con las expectativas según lo que se es esperado dentro de lo "normal" o del "deber ser".
Lo anterior puede implicar forzar contacto visual, practicar respuestas sociales, y obligarse a compartir en espacios en los cuales se sientan abrumadas e incómodas, por lo cual resulta mentalmente agotador por las exigencias y estímulos sociales lo cual eventualmente genera problemas de salud mental como depresión, ansiedad o pensamientos suicidas, a menudo causados por el estrés prolongado y las dificultades en la interacción social.
Ahora, preguntémonos: ¿Qué significa realmente ser mujer? Esta es una pregunta compleja, que va más allá de la biología, y se relaciona con la identidad personal.
Diagnóstico en mujeres CEA
Idealmente, el autismo debería detectarse en la infancia. Sin embargo, muchas niñas no reciben una identificación de su condición a tiempo, lo que las lleva a adaptarse a diversas situaciones sociales a través del camuflaje. La identificación temprana es crucial, ya que permite brindar apoyo, comprender y ajustarse a las necesidades específicas de la persona, mejorando así su calidad de vida.
Algo oportuno permite brindar apoyo e intervención temprana, dirigida a las necesidades específicas y concientizando la búsqueda de ajustes y adecuaciones de cada persona, siendo un factor clave para mejorar significativas la calidad de vida, y en la adquisición de habilidades necesarias en diversos contextos. Así mismo es darle al entorno familiar herramientas de vital importancia para asegurar su desarrollo en ambientes inclusivos.
En la adultez existen complicaciones por el tiempo que transcurre en una identificación, ya que las mujeres logran controlar o suprimir conductas asociadas al autismo, lo que hace que sus rasgos pasen desapercibidos e inadvertidos con los años. Estas formas de enmascaramiento están mucho más acentuadas y reprimidas ya que son utilizadas para insertarse o adaptarse de mejor manera.
Un gran desafío en el diagnóstico del autismo es la alta tasa de errores que a menudo resulta en diagnósticos incorrectos, especialmente en mujeres. Las pruebas estándar no siempre son efectivas para identificar los rasgos del autismo en ellas, lo que puede limitar su acceso a apoyos y tratamientos, y esto por que Las pruebas clínicas estándar suelen carecer de la sensibilidad necesaria para detectar los rasgos del autismo en mujeres, lo que puede llevar a diagnósticos perdidos y limitar su acceso a apoyos y tratamientos esenciales.
Además, las mujeres tienden a manifestar sus características de manera más sutil que los hombres, lo que dificulta aún más la identificación precisa de quienes tienen esta condición. Esta problemática se agrava aún más por la mayor demanda social que enfrentan las mujeres, lo que las lleva a desarrollar estrategias de camuflaje más avanzadas para adaptarse a su entorno.
Finalmente, es crucial comprender que, más que hablar de “síntomas” en el espectro, es mejor referirnos a “características” o “rasgos” de la condición, los cuales no implican necesariamente un "deterioro", sino más bien dificultades o necesidades de apoyo en ciertos ámbitos. Estas características no son lineales, sino que son diversas y pueden variar mucho de una persona a otra acorde a los desafíos específicos que cada individuo enfrenta.