Por la psicóloga Constanze Ihl Herbach
En esta nueva presencialidad, que nos ha devuelto paulatinamente la interacción social, podemos encontrar algunas dificultades para reorganizar y priorizar los tiempos destinados a nuestras actividades diarias (estudio, autocuidado, ocio y socialización). Nos hemos ido readecuando a las clases presenciales, las que ya no quedan grabadas, y que en evaluaciones ya no contamos con apuntes a mano o la opción de verificar nuestras respuestas con nuestros pares. Desde allí, no es extraño que tendamos a posponer el estudio, o que no le destinemos tiempo suficiente, o bien al revés; que nos obliguemos a destinar todo el tiempo disponible sólo a estudiar.
¿Y has observado cómo te has sentido con esa forma de organización?
Si te has percibido más cansado/a, agobiado/a, con sensación de que el tiempo se hace nada, con desmotivación o incluso desinterés respecto a tus estudios, esta columna es para ti.
El posible motivo de que lo anterior ocurra, es que nuestro nivel de energía diario y capacidad de concentración, son limitadas. Ésta última sólo es posible sostener por un máximo de 90 minutos continuos, en el mejor de los casos. Por ende, si le insistimos a nuestra mente concentrarse por más de ese tiempo, probablemente nos agotaremos, nos desconcentramos, y finalmente nos frustremos al no lograr lo que nos hemos propuesto.
Idealmente, luego de una hora de estudio, date una pausa de 10 minutos para despejar la mente. Durante este tiempo, aprovecha de hacer un ejercicio de relajación, o estiramientos que oxigenen tu cuerpo, o cualquier actividad que ojalá no implique tomar tu teléfono. Posterior a ello, considera que tu cerebro volverá a estar en su peak de concentración profunda aproximadamente 20 minutos después de que reinicies el estudio.
Prueba incorporar a tu rutina actividades que permitan distraerte o que te sean entretenidas. También considera tiempos sanos para alimentarte, dormir, y para descansar. Mejor aún si incorporas rutinas de ejercicio físico semanalmente, activación que ayuda a aliviar la ansiedad y que contribuye a aumentar la percepción de energía. Otra recomendación es realizar alguna manualidad o actividad que implique hacer uso de tu creatividad (dibujar, pintar, tejer, tocar un instrumento, cantar, entre otras), ya que te sacará un momento de lo netamente académico.
Si aun así te notas pensando una y otra vez en tus pendientes y no logras enfocarte en descansar o disfrutar, prueba anotar una lista con todas tus preocupaciones para recordarlas y resolverlas luego. Te sugerimos asignarles un número, de acuerdo con el nivel de prioridad o urgencia que tengan para ser resueltas. Luego define qué día o a qué hora quieres y puedes resolver ese pendiente. Este ejercicio ayuda a que tu mente se alivie del recordatorio constante y a que puedas focalizarte en el presente.
Al incorporar estas acciones en tu día a día, será posible que pasen a conformar parte de tus hábitos, siendo más fáciles de repetir en el tiempo, ya que serán cada vez más automáticos.
Si te está costando incorporar estas recomendaciones en tu vida, recuerda que en la DAVE cuentas con el programa de orientación psicológica y el programa terapia complementaria con Flores de Bach, donde podemos apoyarte con este tema u otros que te estén afectando.