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Domingo 9 de Agosto de 2015

Cuando querer no es poder: La UDI y su compleja desafección de la dictadura

Cambio21

Imagen foto_00000001"Pido perdón por no haber colaborado de forma suficiente a la reconciliación en mi trabajo y también pido perdón por no haber sabido perdonar a quienes me han ofendido y se han acercado en señal de reencuentro. Pido perdón por lo que haya hecho o por omitir lo que debía hacer".

Corría el 27 de agosto de 2013 cuando el senador de la Unión Demócrata Independiente Hernán Larraín se atrevió a dar un "paso personal" que el propio parlamentario denominó como la "voz para la reconciliación".

Se vivía la conmemoración de los cuarenta años del golpe de Estado de 1973 y el país se daba el tiempo necesario para la reflexión y el debate -que por lo demás se repite cada 11 de septiembre- respecto a la crisis institucional que llevó al derrocamiento del presidente Salvador Allende y las violaciones a los derechos humanos que se cometieron en la dictadura de Augusto Pinochet.

Casi dos años después, el mismo Larraín, ahora en calidad de presidente del partido de calle Suecia (cargo al que llegó tras la renuncia de Ernesto Silva a raíz de los coletazos políticos que generó el "Pentagate"), condenó los excesos cometidos por el régimen de facto, pero en el contexto del "caso quemados" y de una agenda que se adelantó y que volvió a poner en el tapete el rol de la UDI en el Gobierno de la Junta Militar.

Es más, el congresista de la región del Maule criticó que Manuel Contreras, ex director de la DINA condenado a más de quinientos años de presidio por crímenes de DD.HH., tenga funerales con honores por tener el rango de general (padece cáncer), por lo que cuestionó la mantención de esa jineta.

Aprovechando la coyuntura, el dirigente dijo no sentirse como militante de la "derecha tradicional" que apoyó a Pinochet y, además, aseguró que el fundador de la tienda a fines de los ‘80, Jaime Guzmán, tampoco, toda vez que promovió el trabajo en las poblaciones y campamentos por sobre la lectura intelectual en las capas medias y altas que promovían la Democracia Cristiana, el radicalismo y las entidades de izquierda.

Las raíces tiran

Hasta ahí todo luce razonable. El problema es que el secretario general de la entidad, Guillermo Ramírez, afirmó que durante la época de Pinochet hubo funcionarios públicos que "nunca" supieron de violencia de Estado liderada por los temidos aparatos de seguridad. De paso, insistió con el "contexto" que hacía posible entender las agresiones brutales que sufrieron Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas Denegri (fallecido).

La tesis del "nunca supe", aparte de ser negada de cuajo por el abogado Roberto Garretón, provocó diversas reacciones de rechazo en el mundo político y en las redes sociales, pero no trajo como resultado un reseteo de parte de las nuevas generaciones de la UDI y menos de los que podrían situarse en la "bancada pinochetista" de la colectividad.

Tres ejemplos: la jefa de los diputados María José Hoffmann reiteró la tesis del "contexto" en medio de la condena a las violaciones a los derechos humanos, el diputado Jorge Ulloa defendió la idea del funeral con honores al "Mamo" Contreras (aun existiendo un impedimento legal que data de la primera administración de Michelle Bachelet) y su colega Ignacio Urrutia (trató a Allende de "cobarde" en un minuto de silencio en el Congreso) persiste en el "pronunciamiento militar" de hace 42 años y lo que, a su juicio, fue el "mejor Gobierno de la historia de Chile".

Por su lado, Ramón Barros, subjefe del comité, usó como argumento que muchos como él ingresaron a la política después del "once" y de "todo lo que sucedió después". Por tal motivo, expresó a Cambio21 que "la UDI en sus inicios, en la persona de Jaime Guzmán, fue la principal detractora del señor Contreras y probablemente fue el causante de que saliera del Ejército".

"Nunca jamás como institución y partido hemos amparado las violaciones a los DD.HH. Por el contrario, hay un documento histórico en el que señalamos una posición al respecto y donde establecimos una propuesta para ir subsanando y avanzando en la idea de un ‘nunca más'", insiste el ex diputado y actual Core de la región de Los Lagos, Carlos Recondo, quien, eso sí, descartó que Jovino Novoa (fundador de la UDI) sea mencionado como posible encubridor de los "pactos de silencio" de los crímenes ocurridos en la dictadura.

"Se trata de una caricatura. El ‘caso quemados' fue el ‘86 y Jovino Novoa tuvo participación en el Gobierno entre fines de los ‘70 y comienzos de los ‘80. O sea, cinco años antes. Entonces, no veo por dónde podría tener alguna acción de encubrimiento sobre hechos que fueron posteriores a su estadía en La Moneda", agregó para esta crónica.

"Fuerzas extrañas"

Por una parte, el propio Recondo rechaza que estemos en presencia de un "lavado de imagen" liderado por Larraín y habla de una "actitud genuina que debiera ser valorada en la discusión".

Por otra, el diputado Barros añade que no es necesario que una cantidad respetable de parlamentarios acompañe al presidente del partido en sus declaraciones públicas condenando los lamentables y trágicos sucesos del pasado. "Las directivas están para algo, y ese algo es representar la postura de una colectividad", aclaró.

Sin embargo, los que claman por mantener la verdad histórica a flote recuerdan que la declaración de principios de la UDI define el golpe de Estado como "acto libertario", conceptualización que también se mantiene intacta en Renovación Nacional, a pesar de la postura moderna con la que llegó al puesto su nuevo timonel Cristián Monckeberg.

"Aquí sí hay una acción de reposicionamiento y lavado de imagen", acota el Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Central, Marco Moreno.

"Uno se pregunta por qué el senador Hernán Larraín no tuvo la opinión de lo que hoy está denunciando de hace treinta años atrás. Creo que hay un doble discurso que no es creíble. No se consigue convencer con este aperturismo y no hay consecuencia entre lo que se dice y lo que se hace", indicó a este medio.

"Si hubiera una posición institucional podría pensar que existe un esfuerzo, pero lo que se ve es una visión personal y una persona que se refiere a algo individualmente. Y ante eso, cualquier observador debe captar que no es la UDI la que está hablando", aseveró.

"No se trata de un alejamiento del pinochetismo", destaca el cientista político de la Universidad de Chile, Alejandro Olivares, quien manifestó en estas páginas que "en ese partido conviven fuerzas que son extrañas de explicar".

"Cuando piden degradar a Manuel Contreras no es que quieran negar la memoria de Pinochet, de la dictadura o de las violaciones a los derechos humanos. Se pretende personalizar en un solo individuo las atrocidades del régimen. Por lo tanto, es casi una estrategia criticar las condenas que recibió por más de cinco siglos. Es más fácil dispararle a él que irse en contra de Pinochet y todo lo que hizo o de si la señora Lucía Hiriart vive o no con dinero robado", remarcó.

Acentuando la "desconfianza" asumida, el académico percibe "una suerte de chivo expiatorio" en un partido "que tiene distintas almas y que busca provocar algunos quiebres con parte de su pasado, para que de esta manera pueda seguir avanzando y consolidando su lugar en la defensa de las ideas conservadoras y neoliberales que provienen de Pinochet y de Guzmán".

"Renunciar al pinochetismo es renunciar a Guzmán y eso es algo que la UDI jamás de los jamases va a hacer", concluyó.

Aunque suene redundante, ¿qué diría Jaime?

Iluminados y oscuros

Entre los intentos por reorganizar a la derecha junto a RN, Evópoli y el PRI, cónclave incluido, la UDI tuvo que hacer frente a las inesperadas confesiones de Lily Zúñiga, ex jefa de prensa del partido.

En dos entrevistas concedidas a radio Cooperativa y El Dínamo, la profesional narró la forma en que pasó de ser la máxima persona de confianza de la línea dura del gremialismo (en sus once años de labor) a la víctima de lo que ella denominó como actos de "matonaje".

Todo a partir de la declaración en la Fiscalía por dos boletas ideológicamente falsas que emitió a Soquimich en 2012, las que fueron pedidas expresamente por Jovino Novoa.

En el relato, la ex encargada de comunicaciones manifestó que la UDI está "conceptualmente dividida". En un rincón, "están los pungueira, que eran los que seguíamos a Pablo Longueira". Y en el otro, "los jovinistas", que "eran los niños de la fundación (Jaime Guzmán) y los de la Universidad Católica; los niños bien".

En ese esquema no había doble lectura: "los pungueira, los tontos útiles, iban a poner las banderas" y "los jovinistas se beneficiaban con ayuda (proveniente de la entrega de boletas), el resto cagaba".

Según Zúñiga, los de Suecia 286 son "súper machistas, clasistas y también racistas". Y para graficarlo recordó que la diputada Hoffmann (del bando de los "iluminados" que comanda Ernesto Silva, ex timonel) la bajó de su candidatura a diputada a causa de su color de piel y de un tatuaje "Lilith", que es el símbolo del feminismo que tiene en su tobillo.

"La señora Pepa Hoffmann consideró que ‘cómo esa negra tatuada iba a ser candidata nuestra'. Y eso se lo dijo al señor José Antonio Kast (diputado). Y la reacción de Kast había sido solamente reírse. Casi como que es obvio que esta cuestión no puede ser", lamentó.

En respuesta a los descargos, Guillermo Ramírez, vocero de la UDI que también fue denunciado por la ex militante, dijo que las acusaciones son "falsas" y que "es la palabra de ella en contra de otras personas". Por ende, serán los tribunales de justicia los encargados de resolver el entuerto.

Fuentewww.cambio21.cl