Según estimaciones independientes, la inversión chilena está cayendo durante este año 2023 en un -1.8%. Las predicciones se despliegan en un rango desde una tasa de crecimiento de 1.1% a una caída de -5.2% para este año. Este amplio rango de expectativas demuestra la existencia de una pronunciada incertidumbre, a pesar de que la mayoría de los predictores insinúan una reducción significativa en la tasa de formación bruta de capital fijo. Para el año entrante se espera una expansión de 1.6%, que no compensa la caída que estaría ocurriendo este año. Las predicciones oficiales del Banco Central y de la CEPAL van en la misma dirección, esto un decrecimiento de la inversión de -1.2% y -2.7% respectivamente para este año.
El Banco Central, además, pronostica una continuación de la caída en 0.6& para el próximo año, y la CEPAL una reducida recuperación de 1.2% para el próximo. Todo esto camina acorde a un escenario bastante pesimista en materia de crecimiento económico: una caída de -0.2% para este año, un crecimiento menguado de 1.9% para el próximo. Evidentemente la inversión, considerada como el motor de la economía, está liderando el comportamiento de la producción y así mismo, el del empleo y el comportamiento de los salarios, ambas variables con un signo negativo que profundiza los problemas distributivos y sociales asociados al tránsito de esta verdadera recesión.
El retiro del proyecto SINOVAC que habría sido realizado en Antofagasta, resulta ser muy representativo de la situación que está viviendo la inversión nacional. Se trataba de un proyecto significativo que comprendía materias de investigación y desarrollo que importarían mucho en el norte del país, especialmente después de las nutridas declaraciones y fallidas decisiones en cuanto a la producción de Litio. Habría sido un factor importante para apoyar el desempeño del sistema de investigación y las universidades en el norte de Chile. El retiro del proyecto ciertamente no fue producto directo de las declaraciones del presidente ante un grupo de estudiante en cuanto a sostener la rebeldía y cuestionar de ese modo a la autoridad.
Por cierto, eso pudo haber sido el detonante de algo que se venía gestando desde hace tiempo y que tiene que ver con un problema mayor: las condiciones de base para el desarrollo de un proyecto de ese tipo. Por una parte, porque prevalece una generalizada percepción de amenazas contra la inversión, especialmente la extranjera, la cual es vista por muchos, como en antiguos tiempos, como inconveniente para el país al tratarse de agentes de la explotación y generación de ganancias que no se comparten. Y por ello, es también sujeto de amenazas tributarias, que hoy día encuentra su contrapartida en la emigración del capital hacia otras partes del mundo. Pero, por otra parte, un proyecto de alto nivel de sofisticación tecnológica depende también de la disponibilidad de mano de obra calificada, cosa que es cuestionable en Chile dado el significativo deterioro del sistema de educación y de capacitación.
A todo esto se suma la incertidumbre política que reina en nuestro país, lo cual afecta sobremanera a proyectos de inversión que, por su naturaleza, con de largo plazo y requieren de una cierta visión de estabilidad, usualmente no encontrada en nuestra región. El retiro del proyecto SINOVAC deja lecciones muy importantes en materia del tratamiento de la inversión extranjera y la necesidad de crear un ambiente propicio para la misma. Pone de relieve lo importante que es la gestión negociadora, especialmente cuando la empresa manifiesta que los terrenos considerados no eran propicios para el proyecto.
El deterioro de la inversión, ahora hablando en términos más generales, depende de las mismas razones expuestas: un ambiente hostil, al menos así percibido por muchos agentes involucrados, en materia de política tributaria. Combinado ello con el ambiente de incertidumbre reinante, que es también marcado por la inconclusa decisión sobre la Constitución Política que muchos actores ven como posible, además, la continuación de su discusión hacia el futuro. También debido a la existencia de mano de obra carente de competencias básicas para implementar cualquier inversión significativa: comprensión lectora, capacidad de análisis simples, habilidades comunicacionales básicas etc. O sea, es importante reflexionar sobre este conjunto de cosas que perjudican la ocurrencia de inversión extranjera y nacional, mientras un gobierno no puede permanecer indiferente frente al desaliento que causa la incertidumbre y arrastra más problemas en materia de crecimiento, innovación y expansión del empleo.
Publicada originalmente en Diario Estrategia.