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Jueves 4 de Junio de 2015

La peor analogía que se podía dar: política y fútbol emparentados por la corrupción

La FIFA y la ANFP más que nunca se parecen a la política. La corrupción inunda al deporte y sacude al Congreso. La ciudadanía juzga a dirigentes y políticos

Imagen foto_00000001El acontecer del fútbol, y más particularmente el de la FIFA, ha traido a colación lo turbio y oscuro que puede ser la administración por parte de "los expertos" que están a cargo de las entidades más importantes de cada país que se relacionan directamente con la Federación Internacional de Fútbol. Hoy la sensación de desconfianza y poca credibilidad es transversal al fútbol. Nadie se salva. Para la opinión pública "todos son ladrones y deberían de irse todos".

La realidad permite extrapolar lo que sucede en el fútbol con la realidad que se conoce en el ambiente político nacional. Desconfianzas, nula credibilidad, mentiras y la honorabilidad de los políticos por el piso. Queda claro que tanto el fútbol como la política nacional han tocado fondo y la ciudadanía está esperando no unas dolidas disculpas sino que un adiós y que los responsables asuman y se retiren. La sensación de abandono y de traición cruza los dos escenarios.

Puede creerse que los casos de escándalo FIFA podrían generar una impresión de corrupción que se generaliza a todo el deporte pero la cosa no es tan así. Lo que se erige como un tema potente es que el tema resuena en un momento nacional en el que las instituciones son miradas con recelo, tanto en la esfera política como gubernamental.

Analogía de un fracaso
Rafael Pizarro es director de la Escuela de Administración Pública de la Universidad Central. Al ser consultado sobre la situación que afecta a la ANFP y a la FIFA, y de la posibilidad de realizar una analogía con la coyuntura política, el académico explica que: "Si las instituciones no se modernizan y si tampoco avanzan en el sentido de fomentar y potenciar la transparencia en sus movimientos financieros, políticos y de toda índole, el camino se les dificultará mucho. Son muchos los aspectos que se emparentan si partimos de la base de que la ciudadanía pide y exige que todo sea lo que parece".

Consultado sobre los mecanismos que se requieren para así no experimentar los males que acosan a los partidos políticos y a la FIFA y a la ANFP, afirma que "el empoderamiento de la ciudadanía obliga a que los actores, políticos y futbolísticos, sean lo más transparentes posible. Se requiere para solucionar estos problemas mecanismos de control para que el otro se estructure y regule a través de una serie de estamentos inevitables que lo circunscriban. Transparencia y regulación que hacen que todos los trabajadores, públicos y privados, se comporten como la mayoría de las personas esperaría que ellos lo hicieran. La ciudadanía pide transparencia y una cultura basada en la ética", explica.

"Poder lograr un funcionamiento que busque ser lo más ético posible claramente es dudoso para la ciudadanía, pero en rigor no es imposible de lograr y conseguir. Esa transparencia que en el último tiempo ha implementado el servicio público con la Ley de Transparencia es lo que ha hecho que la FIFA y la ANFP fracasaran, pues ellos no tienen un sistema de transparencia. El fracaso podría entenderse entonces como la carencia de los aspectos de transparencia y de autoregulación", finaliza.

Ignacio Gallardo es PhD en Psicología y académico del Magister en Psicología del Deporte de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central. Al ser consultado por la apreciación que tiene sobre lo que sucede en la FIFA y la ANFP y en la actualidad política nacional, explica que "la situación en que se encuentra la sociedad, en su percepción, el surgimiento de las irregularidades de estos grupos de poder, el visualizar esta realidad, genera una fuerte decepción todo el contexto deportivo, algo semejante a lo que sucede en el ambiente político. Es, si se puede decir, la pérdida de un prestigio", afirma.

Para el psicólogo el asunto de la transparencia radica en que "desde el Estado se nos pide y exige ser correctos y acordes a la normativa, pero las personas que se dedican a implantar y regular esta normalidad son quienes, en definitiva, rompen y pasan por alto el ordenamiento. La sensación generalizada que se presenta es la de una insatisfacción y una frustración, un desinterés y una abulia frente a las responsabilidades", concluye el profesional.

Fuentewww.cambio21.cl