Jueves 26 de Septiembre de 2019
Pamela Pavat y Ximena Díaz, Programa orientación psicológica DAVE
Cuando el malestar emocional es muy intenso y sostenido en el tiempo, puede ocurrir que no sepamos cómo afrontarlo ni encontremos una solución adecuada para sentirnos mejor, repercutiendo en las distintas áreas en las que nos desenvolvemos. En este escenario puede emerger la sensación de desesperanza, idea de que nunca nada va a mejorar, y desarrollarse pensamientos autodestructivos e incluso actos que pongan en riesgo nuestra vida. De aquí la importancia de pedir ayuda oportunamente.
Redes de apoyo pueden ser la familia y amistades, quienes pueden brindar compañía y contención emocional, siendo muchas veces un pilar fundamental en nuestra vida. No obstante, el apoyo de profesionales de la salud, puede ser vital a la hora de orientarnos y evaluar el tratamiento más pertinente acorde a nuestras necesidades.
Existen personas que conocen las señales de su cuerpo, que son conscientes de cómo pensamientos dañinos que los abruman pudiesen llevarles o no, a poner en riesgo su vida. Estas personas logran activarse cuando saben que algo anda mal, como estrategia de autocuidado. Pero, también hay personas que presentan mayores dificultades para identificar oportunamente cuándo acudir a un tercero y demandar ayuda. Por lo mismo es necesario detectar cuándo estamos frente a alguien que requiere de apoyo y qué hacer en estos casos.
Personas que comienzan a aislarse de los entornos comunes, evidenciando sensación de soledad, o que manifiestan desesperanza, pesimismo, angustia, rabia, culpa, vergüenza o bien entregan mensajes alusivos a la muerte, así como también escasa valoración a la vida y hacia sí mismos, están en situación de riesgo.
Cuando nos encontremos frente a alguien que presente algunos de los síntomas anteriormente descritos y nos manifieste su malestar, es relevante no desestimar su vivencia, independiente del motivo. Tratar de escuchar activamente, empatizar con su dolor, no dejarle solo/a, de manera que se sienta acogido/a y se sienta con la confianza de poder acudir en otra oportunidad, en caso que lo requiera.
Es necesario incentivar que pida ayuda con algún profesional especializado y lo cuente a algún familiar o cercano, de manera que pueda ampliar sus redes. Quizás su primera intención sea evitar contarlo, por miedo o vergüenza, sin embargo, debemos insistir en que lo haga, ya que ello le aliviará.
Es común que personas que refieren ideas de muerte, pese a mantener continuos pensamientos autodestructivos, prometan no realizar un acto que atente contra su vida, pero nada te asegura que a esa persona no le vaya a suceder algo a futuro, puesto que en momentos de inestabilidad emocional, es posible tomar decisiones abruptas e impulsivas, sin mediar consecuencias. Quizás sientas que traicionarás su confianza si lo cuentas a un tercero, no obstante, lo primero es la salud de la persona que está en riesgo y no puedes responsabilizarte de guardar un secreto en el que está en juego la vida de una persona.
Ten presente que las amenazas de suicidio son una solicitud de ayuda, que debe ser tomada en serio, ya que no se trata de una forma de llamar la atención, sino un intento desesperado por recibir apoyo. Si alguien acude a ti, pon atención a ese grito de auxilio, ya que con sólo con acoger a la persona puedes hacer la diferencia; pudiendo hacerle reconsiderar la idea de muerte que ve como única solución y generar las redes que necesita.